Cuatro días han pasado desde que una ola de agua, comparable a un tsunami, arrasara el levante español debido a la Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA). Con 217 muertos, de los cuales 60 corresponden a Paiporta, la localidad ha sido bautizada por los medios como la “zona cero” de la catástrofe. Los vecinos aún no se recuperan del golpe, y entre el barro y los escombros, voluntarios y rescatistas improvisados se esfuerzan por limpiar calles, sótanos y restos de viviendas.
Es en medio de esta devastación que los reyes de España, Felipe VI y Letizia, acompañados por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el president de la Generalitat, Carlos Mazón, visitaron la región. Quizá en otros tiempos esta presencia oficial hubiese sido recibida con gratitud o respeto, pero no hoy. En Paiporta, la tragedia y la frustración se mezclan en el aire, y la llegada de la comitiva real se convierte en el detonante de una furia contenida.
Los primeros abucheos se escucharon cuando la comitiva entró en las calles cubiertas de barro y escombros. Vecinos y voluntarios abandonaron momentáneamente las tareas de rescate para enfrentar a las autoridades. Algunos lanzaron lodo hacia el séquito, un gesto simbólico que en este contexto adquiere una carga visceral. El barro manchó los abrigos de Letizia y Felipe, mientras el equipo de seguridad trató de protegerlos con paraguas. Un palo de escoba o de pala cayó cerca de Sánchez, y una piedra rompió la luna trasera de su vehículo.
En medio de este caos, la Guardia Real y los equipos de seguridad intentaron controlar la situación. Aun así, Felipe y Letizia, separados entre sí, decidieron detener su avance y acercarse a hablar con los manifestantes. La reina, visiblemente afectada, trató de calmar a los vecinos que se acercaron con gritos y lágrimas; en un acto inusual de vulnerabilidad, sus propios ojos se llenaron de lágrimas al escuchar los reclamos de aquellos que lo han perdido todo.
Finalmente, la Casa Real decidió cancelar la visita a la cercana localidad de Chiva, también golpeada por la inundación. Las autoridades estatales y autonómicas coincidieron en que la seguridad es una prioridad ineludible ante la magnitud del malestar ciudadano. A las 13 horas, la comitiva se retiró, dejando en Paiporta una imagen que refleja tanto la desesperación de un pueblo afectado como la distancia –profunda e insondable– entre los símbolos del poder y la realidad de quienes hoy buscan sobrevivir en el barro.
Mientras esto ocurre, la búsqueda de cuerpos sigue en otras zonas de Paiporta. Con más de 200 fallecidos y un número incierto de desaparecidos, la magnitud de la tragedia ha desbordado a las autoridades. Aunque el ministro Óscar Puente ha confirmado la cifra de muertos, asegura que muchas labores de limpieza se están realizando solo en la superficie, por lo que aún pueden hallarse más cadáveres conforme avancen los días.