Una semana después de su victoria en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, Donald Trump recibió al presidente argentino Javier Milei en su residencia en Mar-a-Lago. El encuentro, que fue ampliamente difundido por el vocero presidencial Manuel Adorni y compartido desde la cuenta oficial de la Oficina del Presidente, simboliza la relación cercana que ambos líderes mantienen en el marco de sus posiciones políticas conservadoras y liberales.
Durante la visita, Milei felicitó fervientemente a Trump por su reelección, que le permitirá continuar al frente del país norteamericano por un segundo mandato. La ocasión también sirvió para que el presidente argentino pronunciara un discurso en la gala del grupo conservador America First Policy Institute, celebrada en la mansión de Palm Beach.
En su intervención, Milei calificó el regreso de Trump como «la remontada política más grande de la historia», destacando su enfrentamiento contra lo que consideró un «establecimiento político» que amenazó incluso su vida. Según Milei, la victoria de Trump no solo fue un triunfo personal, sino una señal de que «los vientos de libertad soplan con fuerza» y que el mundo, gracias a ello, es ahora «mucho mejor».
En su discurso, Milei también trazó un paralelo entre la situación política actual y el histórico «Manifiesto Comunista» de Karl Marx, argumentando que hoy «En 1848 Marx comenzó aquel panfleto siniestro que fue su ‘Manifiesto Comunista’ diciendo que un fantasma recorría Europa, el fantasma del comunismo; hoy, un fantasma distinto recorre el mundo, el fantasma de la libertad, un fantasma que viene a terminar con el modelo de servidumbre que reine en el mundo libre«. En su análisis, el presidente argentino cuestionó el modelo político-social que, según él, promueve un «Estado opresor», donde los políticos se convierten en árbitros y grandes beneficiarios de un sistema que reemplaza el libre intercambio por la «distribución de la riqueza a punta de pistola». Para Milei, Argentina ha sufrido una versión extrema de este modelo, que ha llevado al país a una profunda crisis económica.
Además, el presidente argentino reconoció que la victoria de los libertarios en su país no es un fenómeno aislado, sino parte de un resquebrajamiento global de las ideas de izquierda. «En todo el mundo se están formando dos grandes posiciones antagónicas», aseguró Milei, refiriéndose a quienes están «avergonzados de los valores de Occidente» y quienes, por el contrario, están «orgullosos de ellos».
A pesar de la retórica optimista sobre el futuro de la libertad, Milei reconoció que el camino sigue siendo difícil, pues el «antiguo régimen» aún conserva el control sobre medios de comunicación, universidades y organizaciones sociales. No obstante, manifestó su convicción de que la alianza con Estados Unidos, bajo la administración Trump, será clave para recuperar los valores de libertad y prosperidad en la región y el mundo.
Con un llamado a la unión de las naciones libres frente a lo que denominó como una «barbarie» que amenaza la cultura occidental, Milei cerró su intervención con la esperanza de establecer nuevos lazos internacionales basados en la defensa de los ideales de libertad, enfrentando tanto al «virus woke» como a otras formas de despotismo contemporáneo.