El irreversible final de los glaciares mexicanos por el cambio climático

El irreversible final de los glaciares mexicanos por el cambio climático

Los picos más altos de México, donde fue posible que se formaran vastos glaciares, la nieve se ha derretido debido al calentamiento global y esto traerá afectaciones para los recursos hídricos del centro del país.

La Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) declaró el 11 de diciembre como el Día Internacional de las Montañas. En el marco de la conmemoración de esta fecha, los glaciares de México se encuentran en proceso de desaparecer de manera irreversible, a causa del aumento de las temperaturas y el cambio climático.

Para que se genere en glaciar es necesario que existan bajas temperaturas por largos periodos de tiempo. Sin embargo, en los últimos años, ha ocurrido lo contrario, el cambio a un clima cada vez más cálido ha impedido estas condiciones, lo que no permite que en los picos más elevados de México se vuelva a acumular nieve.

De acuerdo con la Comisión Nacional de Agua (Conagua) las temperaturas han aumentado cerca de dos grados durante las últimas tres décadas. En la cima de los altos volcanes de México, las consecuencias no solo son estéticas, también se ha producido un desequilibrio en el ecosistema que terminará por afectar a los recursos de agua.

En abril del 2021, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) declaró extinto el glaciar Ayoloco, ubicado en el volcán Iztaccíhuatl. El equipo de investigadores coordinado por Anel Martínez Pérez y Hugo Delgado Granados colocó una placa en el lugar donde antes se encontraba el glaciar, a 4 mil metros de altura, para recordad la pérdida:

«A las generaciones futuras: aquí existió el glaciar Ayoloco y retrocedió hasta desaparecer en 2018. En las próximas décadas, los glaciares mexicanos desaparecerán irremediablemente. Esta placa es para dejar constancia de que sabíamos lo que estaba sucediendo y lo que era necesario hacer. Solo ustedes sabrán si lo hicimos».

Placa colocada tras la declaración de la extinción del glaciar del Iztaccíhuatl. Foto: UNAM

Hugo Delgado explicó a medios que una de las principales problemáticas que ocasionó la extinción de este glaciar fue la pérdida de agua potable disponible en la zona para consumo humano. Al desaparecer el hielo, las temperaturas también aumentan.

La Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), publicó en su gaceta que los glaciares se forman en México a una altura por encima de los cinco mil 200 metros, es el caso del volcán Popocatépetl, el Iztaccíhuatl, Citlatépetl o Pico de Orizaba.

En el caso del Popocatépetl la alta actividad volcánica terminó por afectar la presencia de los glaciares, al quedar sepultados bajo la ceniza. Los glaciares del «Popo» fueron declarados extintos en el año 2001. Hugo Delgado documentó en 1996 la degradación que sufrían los glaciares de este volcán, llamados Ventorrillo y Glaciar Noroccidental. El investigador señaló que tras la pérdida de los glaciares se resentiría la recarga de mantos acuíferos del Valle de Puebla y algunas regiones del Estado de México durante la época de secas.

Popocatépetl en el año 2006. Foto: Wikipedia

En 1958, el Citlatépetl tenía cuatro glaciares que se extendían por una superficie de 9.5 kilómetros cuadrados. El aumento de las temperaturas derritió gran parte del hielo y su número se redujo a solo dos glaciares de nombre Norte y Pequeño Noroccidental. Su tiempo de vida no se extenderá a más de tres décadas, advirtieron los especialistas de la UAEH.

Citlatépetl o Pico de Orizaba. Foto: UNAM

El Iztaccíhuatl contaba con 12 glaciares en 1958. En la actualidad cuenta con tres cuerpos cuya extensión no excede de los 0.6 kilómetros cuadrados.

Volcán Iztaccíhuatl. Foto: UNAM

El Doctor Numa Pompilio Pavón Hernández explicó que los glaciares reflejan una gran cantidad de energía a la atmósfera. Sin embargo, al desaparecer, la luz es absorbida por la superficie de las montañas y generan cambios de temperatura que afectan a la biodiversidad. Al igual que Delgado, Pavón Hernández coincide en que la desaparición de los glaciares afecta al equilibrio de la alimentación de mantos freáticos, lagos y otros cuerpos de agua.