La interpretación de las mujeres por los gurús masculinistas: prejuicio y desinformación

La interpretación de las mujeres por los gurús masculinistas: prejuicio y desinformación

Los gurúes de masculinidad promovueven misogina oculta en discursos de autoayuda. Tras el auge que cobraron a partir de 2023, las narrativas que difunden construyen una interpretación de las mujeres a partir de prejuicios y datos erróneos o sometidos a un amplio debate por la comunidad científica. 

YouTube y TikTok son las plataformas preferidas por los gurús de masculinidad encabezados por el Temach que se han vuelto populares en una comunidad masculinista.

Entre los más polémicos se encuentra el Temach, que registró un crecimiento repentino en YouTube a partir de junio de 2023 y desde entonces, acumula un millón 580 mil seguidores y mantiene un promedio mensual por encima de 5 millones de reproducciones. Aunque su número de suscriptores no ha logrado mantener la misma tendencia de crecimiento.

El Temach es un gurú de masculinidad que difunde y en ocasiones reinterpreta los ideales masculinistas caracterizados por su oposición al feminismo y la victimización frente a un mundo que, aseguran sus adeptos, ha arrebatado los derechos de los hombres heterosexuales y los ha condicionado a un constante sometimiento por parte de las mujeres, principalmente aquellas que buscan equidad de género y rechazan los roles de género consorvadores.

En los cientos de videos que difunden con ayuda de etiquetas como #DesarolloPersonal #Motivación, #ConsejosParaHombres, y otros, prevalecen los psicologismos y las afirmaciones a partir de teorías y datos reinterpretados, o que ya son cuestionados por la comunidad científica, como el concepto de la hipergamia, que se desarrolló dentro del campo de la Psicología Evolutiva pero ha sido ampliamente cuestionado.

Las enseñanzas del Temach son el detonante de agresiones en el entorno digital, la capacidad del influencer es limitada para controlar a sus seguidores, quienes llegan a conformar comunides de miles de usuarios y lo defienden a capa y espada, llegando a agredir o insultar a las mujeres que lo cuestionan o expresan indignación por los comentarios con alto contenido de misoginia que se difunden en la comunidad casi siempre justificado con un doble discurso.

De manera que niegan la autoasignación de atributos misóginos, pero el discurso que promueven acepta argumentos radicales que expresan rechazo y odio hacia las mujeres, justificado con la búsqueda de un bien mayor; casi siempre, la obtención de mayor riqueza económica, mejor autoestima, o un cuerpo atlético. Sin embargo, para obtener estos objetivos confrontan y replantean su relación con las mujeres como un mecanismo de motivación.

La hipergamia es ampliamente recurrida en la comunidad masculinista que ha crecido principalmente en YouTube y TikTok, aunque también en Discord y Whatsapp con un perfil más privado. Este concepto explica la supuesta tendencia de las mujeres jóvenes a sentir atracción por hombres de mayor capacidad y recursos económicos que ellas. Sin embargo, en la comunidad cientídica existe una discusión desde hace casi treinta años en torno a su precisión y existencia.

El masculinismo ha cobrado auge después de que la Marea Verde y las movilizaciones feministas tuvieron un importante impulso a nivel global y lograron impulsar una agenda legislativa con perspectiva de género. En México, este movimiento promovió la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia y a nivel local, ha sido impulsor de legislaciones para despenalizar el aborto, tipificar el feminicidio y la violencia en línea.

El masculinismo también repuntó después del periodo de confinamiento social que ocasionó la pandemia del COVID-19, el aumento desproporcionado de la inflación a nivel global, el incremento de precios en mercancías, alimentos y servicios, el desbalance del mercado laboral en países como los Estados Unidos y Argentina, y la amenaza de despidos masivos por la irrupción de la Inteligencia Artificial; así como el avance paralelo de ideologías políticas de derecha como el libertarismo. Estas condiciones han generado una crisis compleja en la que convergen elementos económicos, sociales y políticos y son fuente de ansiedad entre algunos miembros de la sociedad.

HIPERGAMIA: PARADIGMA MULTICAUSAL

La hipergamia es importante entre los masculinistas, seguidores de la ideología MGTOW y a un nivel más local de gurús como el Temach, porque con ella justifican su interpretación de las mujeres como moralmente decadentes. Desde este concepto, explican que las mujeres enfocan sus preferencias por los hombres en atributos exclusivamente económicos; mientras que en contraste, los masculinistas se autoperciben como seres de naturaleza más ética, con la capacidad de valorar en sus potenciales parejas cualidades humanas como la belleza física y la humildad. La hipergamia les permite considerar a la mujer como un ser ontológicamente roto, incapaz de valorar las cualidades humanas y motivado solo por la búsqueda por la concentración de recursos para beneficio propio, y que por lo tanto, necesitan de la guía y control del hombre para poder conducirse con propiedad en el mundo social.

La hipergamia es considerada uno de los hallazgos más sólidos de la psicología evolutiva por la cantidad de estudios que han encontrado hallazgos concluyentes en torno a ella. Sin embargo no está exenta de debates. Uno de ellos señala que la teoría de preferencias evolucionadas, en la que se sostiene la interpretación de hipergamia de los masculinistas, no coincide con la línea temporal de la evolución humana.

De acuerdo con Psichology Today, los científicos han establecido que hace 200 mil años los humanos modernos se organizaban en comunidades de aproximadamente 100 miembros, que se dedicaban a la cacería y la recolección de alimentos. La cacería siempre ha sido una actividad complicada y los hombres que la desempeñaban no siempre tenían éxito en sus encomiendas. Algunas veces regresaban a la comunidad con las manos vacías. Las mujeres recolectoras no tenían ese problema porque recoger bayas, hojas, raíces y otros alimentos silvestres es una tarea relativamente más segura de realizar, por lo que siempre regresaban con alimento y eran los hombres quienes tenían que mostrar amabilidad para que las mujeres lo compartieran con ellos.

En ese entorno, las recolectoras no eran dependientes de los hombres y tenían el reconocimiento de la comunidad. Algunos científicos consideran que pudo ser más factible que en ese periodo, las mujeres se sintieran más atraídas por características físicas de los hombres. Por ejemplo, entre más masa muscular tuvieran, eran mejores cazadores.

La hipergamia, si es que existió, no apareció como una práctica social hasta hace 10 mil años, tras el desarrollo de la agricultura. Fue en ese periodo en que surgió la subyugación de las mujeres por parte de los hombres. Las científicas Alice Eagly y Wendy Wood propusieron en 1999 que la hipergamia se podría explicar como una teoría de roles sociales más que como un producto de la evolución humana.

Las científicas consideraron que después del desarrollo de la agricultura, las mujeres se volvieron dependientes de los hombres para sobrevivir y se vieron en algún momento obligadas a elegir a un compañero que les garantizara esa supervivencia, en vez de uno que les atrajera físicamente.

Sin embargo, estos roles habrían sido reorientados a principios del siglo XX cuando las mujeres comenzaron a recuperar la independencia y libertad económica que perdieron 10 mil años atrás.

Los trabajos de Eagly y Wood no fueron reconocidos porque no lograron reunir suficientes datos. Es posible que no se encuentre una respuesta concluyente a corto plazo que confirme la teoría de roles sociales, porque en ninguna sociedad actual se ha logrado alcanzar la equidad de género que se tuvo antes del desarrollo de la agricultura y no habría un entorno para realizar un estudio con hallazgos sólidos. Sin embargo, eso no indica que la teoría de los roles sociales sea errónea, simplemente aú no hay suficientes datos.

Los masculinistas se caracterizan por la contradicción y el conflicto en los argumentos que utilizan para descalificar a las mujeres, principalmente las feministas, uno de ellos se relaciona con la hipergamia. Los masculinistas muestran preocupación por ser descartados por las mujeres, que aseguran, sólo son atraídas por los hombres con mayores recursos económicos, y se dicen indignados porque esta forma de atracción solo favorece a un pequeño grupo de hombres adinerados. Sin embargo, permiten ser reclutados en comunidades donde les prometen volverlos parte de ese diminuto grupo que critican pero al que también anhelan pertenecer, e incluso llegan a pagar por presentaciones y shows donde les adoctrinan.

EL MURO

Mientras que los masculinistas explican la atracción sexual que sienten las mujeres solo a partir del concepto de hipergamia, se apropian de otro concepto de la psicología evolutiva para explicar que ellos se sienten atraídos por la apariencia física de las mujeres y que esto se explica por una necesidad de seleccionar al perfil más fértil disponible para poder reproducirse.

La teoría de preferencias evolucionadas establece que los hombres se sienten atraídos por mujeres en un rango de edad entre el final de la adolescencia y los 25 años, considerado el periodo de mayor fertilidad en la vida de las mujeres. También buscan que sus parejas presenten rasgos de «belleza femenina» como la relación entre cintura y caderas, piel clara y cabello brillante.

En la esfera digital, este argumento ha sido resignificado todavía más, con el propósito de justificar la existencia del llamado «muro”, que es utilizado en los debates en la esfera digital como herramienta semántica para ofender a las mujeres que expresan algún tipo de indignación por los discursos misóginos, discriminatorios, y en muchos casos violentos, que se difunden con gran aceptación en las comunidades masculinistas.

El «muro» es un término metafórico para referirse a la presión que supuestamente tienen las mujeres para contraer matrimonio antes de los 30 años, debido a que después de esa edad su atracción sexual se limita porque ya no se encuentran en su edad más fértil. El “muro” entonces, es la edad de los 30 años.

El mismo argumento es utilizado para presionar a las mujeres a contraer matrimonio antes de los 30 años y dedicarse a una vida de cuidados en el hogar, en vez de priorizar desarrollos personales o profesionales. Bajo amenaza de que en caso de que elijan esperar, podrían nunca conseguir una pareja porque los hombres solo sienten atracción por mujeres jóvenes y fértiles. Estos argumentos tienen una fuerte carga misógina porque evidencían el desprecio por las características identitarias de las mujeres, al reducirlas a objetos con fines reproductivos, y lejos de ser humanistas, son superficiales.

Frente a estas narrativas reduccionista sobre las mujeres, existen datos que contradicen la existencia de un “muro”. En la Encuesta de Matrimonios (EMAT) 2022, que fue realizada por el Instituto de Estadística y Geografía (Inegi) se señala que la edad promedio en que las mujeres contraen matrimonio rebasa los 30 años de edad, y no existe una brecha pronunciada entre hombres y mujeres.

La EMAT muestra que a partir de 2018 hubo una caída estrepitosa de matrimonios en donde uno de los integrantes de la pareja era menor de edad. Mientras que en 2013 se registraron más de 48 mil casos de menores que contrajeron nupcias, en 2022 solo hubo 32.

El matrimonio ha dejado de manera gradual de ser un asunto de jóvenes. Cada vez con manos frecuencia, los menores de edad son forzados a contraer matrimonio, y la edad en que las mujeres deciden casarse es cada vez mayor. En 2013, la edad promedio de las mujeres que contrajeron matrimonio fue de 26 años, para 2022, ya era de 31 años. Esta tendencia ascendente no solo revela que las mujeres no manifiestan preocupación por contraer matrimonio antes de los 30 años y tampoco que los hombres se nieguen a unirse con ellas después de esa edad.

A pesar de que existe una ligera tendencia en los hombres de más de 30 años a casarse más que las mujeres en ese mismo rango de edad, la diferencia en ningún caso representa más de 10 puntos porcentuales. En ambos géneros, el rango de edad donde se registran más matrimonios es entre los 25 y 29 años de edad. En las siguientes edades la reducción de la tendencia ocurre también de manera simétrica. Hasta llegar a la tercera edad en que el número de hombres que contraen matrimonio es mayor al de las mujeres de 50 años o más.

Matrimonios contraídos en 2022 por rango de edad. Foto: Inegi
Matrimonios contraídos en 2022 por rango de edad. Foto: Inegi.

Los masculinistas culpan a las mujeres cuando ellos no logran consumar un matrimonio en el momento que desean. Sin embargo, la tendencia ha sido negativa desde hace varios años a nivel global. El avance del ateísmo y las dificultades económicas para independizarse del hogar de los padres son dos factores con repuntes graduales que no están relacionados con las teorías del feminismo y que impactan en la reducción de matrimonios en todo el mundo. Sin embargo, los gurús masculinistas suelen centrar las causas de todos sus problemas para contraer matrimonio en el feminismo.

IRRESPONSABLE O MANTENIDA

Los gurús parecen estar atrapados en un tercer dilema: no saben dónde situar a las mujeres con relación al paradigma económico de su movimiento.

Las contradicciones en torno al tema económico parecen surgir de la convergencia del masculinismo y el machismo con ideologías de derecha paralelas con las que coinciden, entre ellas el neoliberalismo de la Escuela Austríaca, que establece que la libertad económica es el punto de partida del resto de libertades.

El masculinista en un principio prefiere que su pareja trabaje para facilitarle la acumulación de una riqueza mayor, pero cambia de opinión al considerar que al cumplir con un horario laboral desatiende sus responsabilidades domésticas, que le son inherentes por ser mujer. Sin embargo, si la mujer se mantiene en casa, el masculinista tampoco se siente satisfecho, ya que considera que su pareja lo explota financieramente.

El masculinista utiliza este mismo argumento para reclamar que es víctima de un sistema económico que lo obliga a asumir el rol de proveedor, pero se siente inseguro si su pareja percibe un salario mayor o tiene más ingresos que él; mientras que asegura que la mayoría de las mujeres prefieren no trabajar para mantenerse cómodas.

El hombre masculinista condena que su pareja reciba un pago económico por su trabajo, pero también reclama supuestas manipulaciones de su pareja para obligarlo a pagar pensión alimentaria tras consumar un divorcio.

El masculinista se siente oprimido entre los límites de la libertad económica, los roles de género conservadores y los prejuicios machistas que le impiden valorar el trabajo de las mujeres, estos paradigmas van en dirección opuesta y le generan contradicciones constantes.

En torno a la contradicción económica, los masculinistas afirman que las mujeres prefieren ser mantenidas por comodidad. En tanto que la EMAT arroja que durante 2022, el 53.8 por ciento de las mujeres casadas se integraron al mercado laboral formal, la mayoría de ellas en ciudades capitales y la región norte del país.

Cuando las mujeres se quedaron en casa, el 93.1 por ciento se dedicó a realizar labores domésticas no remuneradas. Cuando los hombres se quedaron en casa, mayormente (71.9 por ciento) disfrutaron de su jubilación, y sólo el 7.3 por ciento realizó labores domésticas. La Encuesta Nacional Sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2021 (ENDIREH) señaló que el 27.4 por ciento de los casos en que las mujeres sufrieron algún tipo de violencia, fue económica.

VIOLENCIA CONTRA LAS UNIVERSITARIAS

Los masculinistas repudian el ejercicio de la libertad sexual de las mujeres jóvenes, y su decisión de no contraer matrimonio o de hacerlo hasta después de los 30 años. Mientras este discurso se extiende entre las audiencias de los canales de gurús de masculinidad, el grupo de población de mujeres de entre los 15 y 29 años de edad es afectado por una prevalencia mayor de violencia.

La ENDIREH refleja que son las mujeres universitarias y trabajadoras, aquellas que se encuentran bajo el radar masculinista, las que registran más agresiones por parte de sus compañeros escolares y laborales, así como sus familiares no directos, tales como tíos o primos. Estos perfiles de agresores parecen mostrar predisposición por agredir a mujeres con las que no se involucran sentimentalmente o tienen lazos sanguíneos fuertes, pero conviven de manera frecuente con ellas. Este mismo perfil se repite en el entorno digital y en el comunitario.

Según la ENDIREH, las mujeres que habitan entornos urbanos son más violentadas, el rango de edad con mayor prevalencia oscila entre los 15 y 34 años de edad. Entre mayor sea su nivel educativo, las agresiones aumentan.

En el caso de las mujeres con educación superior completa, la prevalencia fue de 47.8 por ciento y en el nivel medio superior de 49.9 por ciento.

El grupo de mujeres solteras también resultó uno de los más violentados, con una prevalencia de 53.9 por ciento. En casi todas las categorías, la violencia psicológica fue la más frecuente, pero en el caso de las mujeres de 15 a 24 años, la violencia sexual tuvo una prevalencia de 42 por ciento.

En el 46 por ciento de los casos en que las mujeres sufrieron violencia en el ámbito escolar, los principales agresores fueron sus compañeros, con el 46.2 por ciento de los casos, y el principal lugar donde ocurrieron estas agresiones fue al interior del plantel educativo.

En el caso de la violencia en el entorno laboral, las mujeres experimentaron principamente discriminación de género. En el 36.6 por ciento de los casos el principal agresor fue un compañero de trabajo y la agresión ocurrió dentro de las instalaciones laborales.