En las elecciones presidenciales de 2024, a pesar de un gasto significativamente mayor por parte de los demócratas, el republicano Donald Trump logró una victoria sorpresiva, superando a Kamala Harris y asegurando la presidencia con más de 270 votos electorales. Mientras que los demócratas invirtieron más de 2,022 millones de dólares en su campaña, Trump gastó 392 millones de dólares, desafiando las expectativas y demostrando cómo la dinámica electoral y las encuestas previas no supieron anticipar los resultados. Esta diferencia refleja un importante giro en la política estadounidense, que deja abiertas interrogantes sobre la efectividad de las estrategias financieras y predictivas.
Las cifras de la campaña presidencial de 2024 revelan un panorama financiero interesante y una paradoja electoral. A pesar de que los demócratas gastaron mucho más que el republicano Donald Trump en sus campañas, el ex presidente logró una victoria contundente, obteniendo hasta el corte de la información 270 votos electorales frente a los 224 de su rival Kamala Harris, quien tomó el relevo de Joe Biden tras su renuncia en julio. Además, la diferencia en votos electorales podría ampliarse aún más, ya que Trump lidera en los estados clave de Nevada, Arizona y Alaska, lo que le daría un total de más de 300 votos, mientras que Harris solo tendría una victoria adicional en Maine, con dos votos electorales.
Este resultado no coincidió con las encuestas, que en su mayoría perfilaban un empate o una ligera ventaja para los demócratas. Las estimaciones lejanas al reaultado final se suman a la incertidumbre sobre la fiabilidad de los sondeos electorales, especialmente cuando las encuestas anticiparon el auge de Trump, que pese a enfrentar serias adversidades legales y políticas, logró prevalecer.
De acuerdo con los reportes preliminares de la Comisión Federal Electoral (FEC, por sus siglas en inglés), el gasto total en las campañas presidenciales de 2024 ascendió a 2,735 millones de dólares. De esta cifra, los demócratas gastaron 2,022 millones de dólares, el Partido Republicano invirtió 633 millones de dólares y otros candidatos, incluyendo independientes, gastaron 79 millones de dólares. Estos números aún no son definitivos, pero reflejan la magnitud de los esfuerzos financieros.
Desglosando aún más estos números, se observa que Joe Biden, quien encabezó la candidatura demócrata hasta su salida forzada por problemas de salud, fue el candidato que más dinero gastó, con 1,009 millones de dólares. Aunque su rendimiento en el primer debate y su deterioro cognitivo marcaron el final de su campaña, Biden lideró las inversiones en publicidad y promoción.
Su sucesora, Kamala Harris, quien tomó la delantera con solo tres meses restantes para la elección, gastó 998 millones de dólares en un intento por revivir la campaña. Sin embargo, sus esfuerzos no lograron darle el impulso necesario para ganar la confianza de los votantes.
Por otro lado, Donald Trump, quien afrontó una serie de desafíos legales y políticos, incluyendo un juicio por falsificación de registros comerciales y dos atentados contra su vida, gastó significativamente menos que los demócratas. Según la FEC, Trump destinó 392 millones de dólares a su campaña.
Además de los atentados y las acusaciones penales, Trump enfrentó una ola de desaprobación mediática en su contra que parecía haber sepultado su carrera política tras su derrota en 2020, cuando perdió contra Biden. En ese momento, la imagen pública de Trump se tambaleaba en medio de sus alegatos sobre un presunto fraude, la toma al Capitolio y la humillante reacción de las redes sociales, principalmente su plataforma favorita X (antes Twitter) quienes le suspendieron sus cuentas de usuario a pesar de ser el presidente de los Estados Unidos.
Un aspecto curioso es que, a pesar de las grandes sumas invertidas por los demócratas en estados clave como Texas, Pensilvania y Florida, no consiguieron ganar en esos territorios. Biden gastó 33,7 millones de dólares en Texas, 24,4 millones de dólares en Pensilvania y 33,5 millones de dólares en Florida, pero ninguno de estos estados cambió de color. Kamala Harris también destinó sumas similares a esos estados: 33,4 millones de dólares en Texas, 24,2 millones de dólares en Pensilvania y 33,2 millones de dólares en Florida, sin obtener una victoria en ninguno de ellos. La mayor parte del presupuesto de Harris se concentró en los estados de Nueva York y California, donde gastó 64 millones de dólares y 146,7 millones de dólares, respectivamente.
Por su parte, Trump también invirtió grandes sumas en estados donde no era popular. En California, por ejemplo, gastó 38 millones de dólares, en Virginia 41,2 millones de dólares y en Nueva York 12,7 millones de dólares. Estos esfuerzos tampoco fueron suficientes para darle la victoria en esos estados, aunque su estrategia enfocada en otros estados clave le permitió conseguir la mayoría electoral.
En resumen, la campaña presidencial de 2024 estuvo marcada por un significativo gasto financiero por parte de los demócratas, pero la victoria final de Trump resalta la desconexión entre la inversión en publicidad y la realidad electoral. Este fenómeno plantea nuevas preguntas sobre la efectividad de las encuestas y el uso de recursos en futuras contiendas presidenciales.