El flan, ese delicioso postre que ha conquistado las mesas de todo el mundo, tiene un origen mucho más antiguo de lo que muchos creen. Su receta se remonta a tiempos de la Roma antigua, donde fue elaborado por fenicios, griegos y romanos con un ingrediente esencial: el huevo. En ese entonces, este dulce era conocido como «Tyropatina» y ya contenía las bases del flan actual: huevo y leche. Pero fue con el paso del tiempo que esta receta fue evolucionando hasta convertirse en el flan tal como lo conocemos hoy.
En la Roma antigua, Marco Gavio Apicio, un sibarita romano del siglo I de la era cristiana, fue uno de los primeros en describir una receta similar al flan en su obra De Re Coquinaria. En su receta, Apicio recomendaba mezclar leche con miel y huevos, para luego cocinar la mezcla a fuego lento. Su receta, en una traducción libre, decía: «Toma leche, la cantidad que calcules para este plato. Mézclala con miel hasta endulzarla. Pon cinco huevos para medio litro, o si es un cuarto de litro, tres huevos. Disuélvelos en la leche hasta que se hagan una sola cosa. Cuélalo en un cuenco de barro cocido y cocínalo a fuego lento. Cuando se cuaje, espolvorea de pimienta y sírvelo».
Este primer antecedente romano de lo que sería el flan se diferenciaba de las versiones actuales en que no incluía azúcar ni caramelo. Sin embargo, la base de huevo y leche ya estaba presente. El uso de miel como edulcorante era típico de la época, antes de que el azúcar fuera común en la cocina europea.
A lo largo de los siglos, el flan fue perfeccionándose, especialmente durante la Edad Media, cuando se continuó consumiendo el postre, sobre todo durante la Cuaresma, una época en la que ciertos alimentos estaban prohibidos. Fue entonces cuando el flan comenzó a elaborarse con azúcar y, más tarde, se popularizó el uso de caramelo, un toque distintivo que hizo del flan el postre cremoso y dulce que conocemos hoy en día.
Fue a partir del siglo VII cuando el dulce adoptó su nombre moderno, flan, un término francés que significa «torta plana». Desde entonces, este postre se fue difundiendo en muchos países, incluido México, donde ha adquirido una gran popularidad. La versatilidad del flan permite innumerables variaciones, desde flan de chocolate, frutos secos, yogur, hasta versiones con frutas o queso cremoso.
Hoy en día, el flan es uno de los postres más consumidos a nivel mundial, especialmente en América Latina, donde se ha convertido en un clásico en la repostería. ¿Y tú, cuál es tu versión favorita de este tradicional postre?