A pesar de la creciente visibilidad de la neurodiversidad, muchas personas neurotípicas siguen excluyendo y rechazando a los neurodivergentes. Esta contradicción, en la que la conciencia sobre las diferencias neurológicas no siempre se traduce en inclusión, es el reflejo de una serie de factores complejos. Desde la falta de comprensión hasta los prejuicios inconscientes, la exclusión sigue siendo una realidad. En este artículo exploramos por qué, incluso sabiendo que estas diferencias merecen respeto, muchas veces se perpetúan actitudes de rechazo en la sociedad.
En la actualidad, existe un creciente reconocimiento de la neurodiversidad, un término que engloba a las personas cuyas diferencias neurológicas abarcan condiciones como el autismo, el TDAH, la dislexia y otros trastornos del neurodesarrollo. Aunque cada vez más personas neurotípicas (aquellas cuyas condiciones neurológicas siguen las normas sociales y cognitivas establecidas) son conscientes de la existencia y las necesidades de las personas neurodivergentes, la exclusión y el rechazo hacia este colectivo siguen siendo una realidad persistente. La pregunta surge: ¿por qué, si somos conscientes de estas diferencias, muchas veces seguimos excluyendo a quienes se desvían de lo que consideramos “normal”?
La Brecha de Comprensión
Aunque el concepto de neurodiversidad se ha hecho más presente en las últimas décadas, no siempre existe una comprensión profunda de lo que implica ser neurodivergente. Las personas neurotípicas, por lo general, tienden a interpretar el comportamiento de los neurodivergentes desde su propio marco de referencia, sin comprender las causas que subyacen a esas conductas. Por ejemplo, una persona con autismo puede tener dificultades para interpretar las señales sociales o comunicarse de la manera que se espera socialmente, pero este comportamiento no tiene una intención negativa. Sin embargo, la falta de conocimiento sobre estas diferencias puede resultar en incomodidad, juicio o incluso rechazo.
El Estigma Social: Una Herencia Histórica
La sociedad ha tendido a valorar la uniformidad y la conformidad, lo que ha llevado a la creación de normas estrictas sobre cómo deben comportarse las personas en diferentes contextos sociales. Las personas neurodivergentes, que no siempre siguen esas normas, a menudo han sido estigmatizadas a lo largo de la historia. Aunque la visibilidad y aceptación de la neurodiversidad ha aumentado, los estigmas heredados continúan presentes, alimentando actitudes de exclusión. El rechazo no siempre proviene de un lugar de malicia, sino más bien de la internalización de prejuicios históricos que no se cuestionan de manera consciente.
El Miedo a lo Desconocido
Una de las razones más comunes detrás de la exclusión de los neurodivergentes es el miedo o la incomodidad ante lo desconocido. Las personas neurotípicas pueden encontrar difícil interactuar con alguien cuyo comportamiento y manera de ver el mundo se alejan de lo que consideran «normal». Esta incomodidad, a menudo irracional, se traduce en evitar o excluir a quienes se perciben como diferentes. A pesar de ser conscientes de que estas personas merecen inclusión, el simple hecho de no saber cómo interactuar con ellas de manera efectiva puede llevar a muchos a optar por el rechazo.
Normas Sociales Rigidas: La Influencia de lo Convencional
Las normas sociales en muchas culturas dictan cómo debe ser la interacción humana, desde las conversaciones hasta las emociones y comportamientos esperados. Los neurodivergentes, por su parte, pueden no ajustarse a estas expectativas, lo que provoca que sus formas de comunicarse o comportarse sean vistas como “extrañas” o “incómodas”. En un entorno donde la conformidad es valorada, cualquier desviación es rápidamente etiquetada como indeseable, y las personas que se desvían de esas normas son, en muchos casos, excluidas.
Empatía: ¿Falta de Comprensión o Desconexión?
En algunos casos, el problema no radica en la falta de conciencia, sino en la falta de empatía. Las personas neurotípicas pueden estar al tanto de la neurodiversidad y saber que deben ser inclusivas, pero carecer de la capacidad para ponerse en el lugar del otro. Esto puede deberse a la falta de experiencia directa con personas neurodivergentes o a la incapacidad de comprender las emociones y necesidades de los demás de manera profunda. Así, aunque la conciencia está presente, la empatía necesaria para actuar de manera inclusiva puede faltar, lo que perpetúa la exclusión.
Prejuicios Inconscientes: Más Allá de la Conciencia
A menudo, la exclusión de las personas neurodivergentes no ocurre de manera deliberada, sino que es el resultado de prejuicios inconscientes. Las personas pueden tener creencias o estereotipos sobre lo que significa ser “normal” o “funcional” en la sociedad, sin siquiera ser conscientes de esos prejuicios. Estos prejuicios pueden ser tan arraigados que afectan su comportamiento de manera automática, incluso cuando la persona cree estar actuando de manera inclusiva. Combatir los prejuicios inconscientes requiere una reflexión constante y un esfuerzo por desafiar las creencias preconcebidas sobre lo que constituye una “persona válida” o “aceptable” en la sociedad.
Presión de los Grupos Sociales: La Influencia del Entorno
Los seres humanos son sociales por naturaleza, y tendemos a adaptarnos a las expectativas de los grupos a los que pertenecemos. En muchos casos, si el grupo social al que una persona pertenece tiene actitudes de exclusión o prejuicio hacia los neurodivergentes, esa persona puede sentirse presionada a seguir esas normas para encajar, aunque esté consciente de que la exclusión es incorrecta. La conformidad social puede prevalecer sobre el deseo de actuar de manera inclusiva, lo que da lugar a una perpetuación de la discriminación.
El rechazo y la exclusión de las personas neurodivergentes no son fenómenos aislados ni exclusivos de aquellos que ignoran la neurodiversidad. A menudo, se originan en una combinación de factores, como la falta de comprensión, el miedo a lo desconocido, los prejuicios históricos y la influencia de las normas sociales. La conciencia de la neurodiversidad es un paso crucial hacia la inclusión, pero para que realmente se logre una sociedad inclusiva, es necesario trabajar activamente en la comprensión profunda, la empatía y la eliminación de los prejuicios. Solo así podremos construir un mundo donde las diferencias neurológicas no sean motivo de exclusión, sino de enriquecimiento para todos.