Nacida en una familia de la alta burguesía, Marie Lavoisier perdió a su madre a una edad temprana y fue enviada a un convento para recibir su educación. A los 14 años fue prometida en matrimonio al conde de Amerval, un hombre considerablemente mayor que ella, pero las circunstancias la llevaron a casarse con Antoine Lavoisier, quien, en ese momento, ya era un prometedor químico y miembro de la Académie des Sciences de Francia. Juntos, forjaron una de las colaboraciones científicas más notables de la historia.
La pareja se mudó a París en 1775, donde el interés de Antoine por la química floreció. Pronto, Marie Lavoisier comenzó a involucrarse activamente en las investigaciones científicas de su esposo, trabajando junto a él en el laboratorio y aprendiendo de los mejores científicos de la época. Fue Marie-Anne quien organizó meticulosamente las investigaciones, anotando detalladamente los resultados y traduciendo textos clave en inglés y latín. Su traducción más importante fue la del «Ensayo sobre Flogisto» de Richard Kirwan, que contenía errores en la teoría de la combustión. No solo tradujo, sino que también hizo observaciones críticas que ayudaron a Antoine Lavoisier a rechazar la hipótesis del flogisto, lo que resultó en un avance clave hacia el descubrimiento del oxígeno y la teoría de la combustión.
Además de sus habilidades como traductora, Marie Lavoisier también aportó su talento como pintora, lo que le permitió crear diagramas precisos de los experimentos y aparatos utilizados en el laboratorio. Estos dibujos resultaron esenciales para entender los procedimientos científicos de Antoine Lavoisier, quienes en sus investigaciones no solo dieron un giro a la química, sino que sentaron las bases de la química moderna. El trabajo de Marie-Anne fue, por lo tanto, indispensable en la realización y documentación de esos logros.
En 1793, en el contexto de la Revolución Francesa, Antoine Lavoisier fue arrestado y ejecutado bajo acusaciones políticas. Durante su encarcelamiento, Marie-Anne luchó incansablemente por su libertad y defendió su legado científico ante los revolucionarios. Aunque sus esfuerzos no fueron suficientes para salvarlo, la viuda de Lavoisier logró preservar y organizar su trabajo, publicando las Memorias de Química de Lavoisier, un compendio de los avances que sentaron las bases de la química moderna. En este trabajo, Marie-Anne también dejó una crítica a los responsables de la muerte de su esposo, aunque el prefacio de su obra no fue incluido en la versión final publicada.
A pesar de la tragedia de la pérdida de su esposo, Marie-Anne Lavoisier continuó su vida en la ciencia. En 1804, contrajo matrimonio con Benjamin Thompson, Conde de Rumford, un reconocido físico de la época. Sin embargo, este matrimonio no perduró, y Marie-Anne terminó separándose tres años después. A lo largo de toda su vida, mantuvo el apellido Lavoisier, demostrando el profundo respeto y devoción que sentía por su difunto esposo.
Marie Lavoisier falleció el 10 de febrero de 1836 a los 78 años en París. Su contribución al desarrollo de la química y a la preservación del trabajo de su esposo fue crucial, aunque a menudo su nombre ha sido omitido en los libros de historia. No obstante, su legado sigue vivo en las investigaciones que ayudó a realizar, la precisión de su trabajo en el laboratorio y su papel fundamental en el avance de la química moderna. Ella será recordada, no solo como esposa de Antoine Lavoisier, sino como una científica pionera que desempeñó un papel esencial en los descubrimientos que transformaron la ciencia para siempre.