El equipo, liderado por Corrado Malanga de la Universidad de Pisa, utilizó tecnología de radar de penetración terrestre para mapear el subsuelo del área y afirmó haber identificado un sistema de agua subterráneo a más de 650 metros de profundidad. Según los investigadores, este sistema podría contener caminos que conducen aún más adentro de la tierra, lo que ha generado especulaciones sobre el posible hallazgo del Salón de los Registros, una cámara legendaria que, según la tradición egipcia, resguardaría conocimientos perdidos de la civilización del Antiguo Egipto.
Sin embargo, las afirmaciones fueron categóricamente rechazadas por el egiptólogo Zahi Hawass, una de las principales autoridades en la historia de Egipto, quien calificó la investigación como «noticias falsas» y sostuvo que los métodos empleados no están científicamente validados. Hawass aseguró que es imposible que la tecnología de radar utilizada por los investigadores haya penetrado hasta la profundidad mencionada.
El escepticismo de Hawass fue respaldado por Lawrence Conyers, experto en arqueología y radar de la Universidad de Denver, quien consideró «una enorme exageración» la idea de una ciudad subterránea en Giza. No obstante, señaló que es plausible la existencia de pequeñas cuevas o cámaras ocultas, como ocurre en sitios ceremoniales de las culturas mesoamericanas, donde las pirámides fueron erigidas sobre accesos a cavernas con significado ritual.
El trabajo de Malanga y sus colegas, Filippo Biondi de la Universidad de Strathclyde y el egiptólogo Armando Mei, aún no ha sido revisado por expertos independientes ni publicado en una revista científica. La portavoz del equipo, Nicole Ciccolo, presentó recientemente un video con detalles del hallazgo, pero sin evidencia concluyente que respalde sus afirmaciones.
Las Pirámides de Giza, construidas hace aproximadamente 4,500 años en la meseta occidental del río Nilo, siguen siendo un enigma para la arqueología. Mientras el debate continúa, la posibilidad de que la Pirámide de Kefrén oculte secretos aún por descubrir mantiene en vilo a la comunidad científica y a los entusiastas de la historia del Antiguo Egipto.