El Papa Francisco escribe meditaciones para el Via Crucis, pero se ausenta del evento por motivos de salud

El Papa Francisco escribe meditaciones para el Via Crucis, pero se ausenta del evento por motivos de salud

Durante el tradicional Via Crucis del Viernes Santo, el papa Francisco reflexionó sobre el sufrimiento de Jesús como un camino de reconciliación, libertad y conversión.

Este Viernes Santo, se llevó a cabo en el Coliseo de Roma el tradicional Vía Crucis, presidido por cardenal Baldassare Reina, en representación del Papa Francisco, quien continúa convalesciente por una neumonía. El pontífice de 88 años por primera vez escribió personalmente las meditaciones que acompañan cada estación del Vía Crucis. Tituladas «En oración con Jesús en el Vía Crucis». Durante los días santos el papa tuvo varias apariciones públicas donde se mostró un poco recuperado. Este jueves, Francisco visitó la prisión de Regina Coeli, la más grande de la capital italiana, donde dio un mensaje de los presos aunque sin completar la tradición del lavatorio de pies.

Durante las meditaciones del Vía Crucis de este año, el papa Francisco hizo un llamado a la reflexión personal, a la reconciliación y a la conversión interior, a través de una interpretación profunda de las catorce estaciones que marcan el camino de Jesús hacia el Calvario. En sus mensajes, el pontífice subrayó el papel de la libertad humana, la solidaridad con los marginados y la esperanza frente a la injusticia.

Desde la primera estación, Francisco centró su reflexión en la libertad, destacando que la sentencia contra Jesús es también un momento de decisión para la humanidad. Señaló que la pasión de Cristo pone en evidencia cómo el poder, el legalismo y la indiferencia aún prevalecen, mientras Jesús sigue amando “en silencio”, incluso a quienes lo condenan.

A lo largo del recorrido, el Papa propuso entender el sufrimiento de Cristo como una respuesta voluntaria al dolor del mundo, una forma de asumir la responsabilidad y de interceder por la humanidad dividida. En la estación XI, recordó que Jesús, clavado en la cruz, “no se desentiende” del conflicto, sino que se convierte en un puente hacia Dios, derribando muros y promoviendo la reconciliación.

Uno de los ejes principales de su mensaje fue la crítica a las lógicas contemporáneas de exclusión y cálculo. En contraste, Francisco expuso el concepto de la “economía de Dios”, basada en la fidelidad, la reparación y la protección, frente a un sistema económico que, dijo, “mata, descarta y aplasta”.

El Papa también dedicó atención a las figuras femeninas del Vía Crucis: María, la madre de Jesús; Verónica, quien limpia su rostro; y las mujeres de Jerusalén que lloran por Él. En ellas reconoció signos de fe viva, sensibilidad y acción concreta frente al sufrimiento.

En la quinta estación, evocó la figura de Simón de Cirene como símbolo de quienes, sin esperarlo, se ven llamados a compartir la carga del prójimo. “El camino de la cruz no es solo de Jesús, también es nuestro”, expresó el pontífice.

Francisco insistió en que el Vía Crucis es una “oración de los que caminan”, un llamado a interrumpir la rutina y ver el mundo desde la perspectiva de Cristo. “La cruz es el lugar donde el cielo se acerca a la tierra”, afirmó, añadiendo que en cada caída de Jesús se expresa la posibilidad de una renovación personal y colectiva.

En la estación final, al referirse al cuerpo de Jesús en manos de José de Arimatea, el Papa destacó la importancia de la esperanza incluso en los momentos más oscuros. “Cristo descansa en el sepulcro, pero no ha dejado de actuar. Nos prepara para la paz de la resurrección”, dijo.

Las meditaciones concluyeron con una oración inspirada en San Francisco de Asís, en la que se pide humildad, sabiduría y la gracia de comprender la voluntad de Dios.

Con información de Vatican News.