Madrid, cuarto destino europeo
La capital española alcanzó un 90% de ocupación hotelera, posicionándose como el cuarto destino europeo más visitado durante la Semana Santa. El gasto medio por turista se situó en 476 euros, consolidando a Madrid como uno de los motores económicos de la temporada.
En el corazón de la ciudad, la Basílica de Jesús de Medinaceli volvió a ser punto de encuentro para miles de devotos el Viernes Santo, rindieron homenaje a la icónica talla del siglo XVII, famosa por haber sido secuestrada en Marruecos y trasladada a Suiza durante la Guerra Civil. La Archicofradía de Jesús de Medinaceli, con el título de Real otorgado por Fernando VII, celebró la masiva participación.
Andalucía: epicentro de fe y empleo
En Andalucía, la Semana Santa generó cerca de 300 mil empleos y atrajo a un millón de turistas, quienes se sumaron a los cofrades para vivir una experiencia única de espiritualidad y cultura. En Sevilla, la Madrugá volvió a llenar las calles tras la suspensión del año anterior por lluvia, con la destacada presencia de la reina emérita Sofía, que no asistía desde hacía 40 años.
Las seis hermandades que procesionan en la Madrugá sevillana caminaron hasta el amanecer. La entrada de las imágenes de la Macarena, la Esperanza de Triana y los Gitanos marcó el cierre de una jornada de gran fervor popular, vivida con emoción y tranquilidad.
Castilla y León, líder en celebraciones de interés turístico
En Zamora, la Penitente Hermandad de Jesús Yacente protagonizó una estampa inédita al entonar el ‘Miserere’ a capela frente a la catedral. Castilla y León, la comunidad con más celebraciones de Interés Turístico Internacional, también vivió momentos únicos como el Pregón de las Siete Palabras en Valladolid, transmitido por primera vez en lengua de signos.
Murcia, Aragón y otras regiones, entre el arte y el estruendo
En Murcia, miles de personas participaron en la procesión de los Salzillos, una de las más representativas, con esculturas barrocas de Francisco Salzillo desfilando por el casco antiguo como parte de un museo viviente.
En el Bajo Aragón Histórico, la tradicional Rompida de la Hora volvió a conmover a medianoche en siete localidades. En Calanda, fue al mediodía cuando los bombos resonaron con fuerza en el 125 aniversario del nacimiento de Luis Buñuel, cuyo nieto Diego Buñuel dio el primer toque.
En Cuenca, antes del amanecer, la ciudad fue sacudida por los tambores de Las Turbas, en la procesión del Camino del Calvario, mientras que en el País Vasco, la localidad vizcaína de Balmaseda ofreció su tradicional Pasión Viviente, una de las más destacadas del norte del país.
El valor litúrgico del Viernes Santo
Desde la Iglesia católica, se recordó que el Viernes de la Pasión del Señor es un día de penitencia obligatorio marcado por la abstinencia y el ayuno. En todas las diócesis españolas, se celebró la liturgia de la Palabra, la adoración de la Cruz y la sagrada Comunión, sin Eucaristía, como indica la antigua tradición litúrgica.
En palabras de la Arquidiócesis española: “La Iglesia, meditando sobre la Pasión de su Señor y Esposo y adorando la Cruz, conmemora su propio nacimiento y su misión de extender a toda la humanidad sus fecundos efectos, que hoy celebra, dando gracias por tan inefable don, e intercede por la salvación de todo el mundo (CO, 312).Siguiendo una antiquísima tradición, no se celebra la Eucaristía. Cristo crucificado es el centro de la liturgia de hoy”.
Procesiones suspendidas y solidaridad en tiempos difíciles
No todas las localidades pudieron celebrar con normalidad. En Ferrol, Galicia, la lluvia obligó a cancelar cuatro de las seis procesiones programadas. En otras partes del país, como Picanya y Benetússer, en Valencia, los actos de fe también fueron escenario de memoria y solidaridad, al recordar los daños causados por la DANA de octubre y adaptar las representaciones tras la pérdida de escenarios por las inundaciones.
Vestimenta
Durante las celebraciones de Semana Santa en España, miles de personas participaron en procesiones religiosas ataviadas con túnicas largas, cíngulos y capirotes, una indumentaria tradicional utilizada por los cofrades desde hace siglos como signo de penitencia. Aunque forman parte de una expresión profundamente católica, estos atuendos han generado confusión fuera de España debido a su parecido superficial con los trajes del Ku Klux Klan, un grupo supremacista blanco nacido en Estados Unidos en el siglo XIX.
El capirote es un cono alto que cubre la cabeza y, en muchos casos, también el rostro del penitente. Su origen se remonta a la Edad Media, cuando los reos eran obligados a llevarlo como símbolo de vergüenza. Con el tiempo, las cofradías lo adoptaron para representar humildad ante Dios. La túnica, generalmente del mismo color que el capirote, cubre el cuerpo completo y se sujeta con un cíngulo, una cuerda que rodea la cintura como signo de recogimiento espiritual.
A diferencia de los miembros del Ku Klux Klan, quienes comenzaron a utilizar capuchas puntiagudas blancas para ocultar su identidad mientras realizaban actos de violencia racista, los cofrades españoles emplean esta vestimenta en un contexto público, pacífico y religioso. Además, los colores varían según la cofradía y el día de la procesión, mientras que el KKK mantuvo un diseño monocromático blanco como símbolo de supremacía.
Especialistas en historia de las religiones han señalado que la confusión entre ambos atuendos se debe principalmente a la similitud visual del capirote con el capuchón del Klan, y a la falta de conocimiento sobre las tradiciones católicas en otros países. No obstante, el trasfondo, el uso y el significado de ambas indumentarias difieren de manera radical.
La Semana Santa en España ha preservado estas tradiciones desde hace siglos, y para muchos participantes, portar la túnica, el capirote y el cíngulo representa una promesa o una forma de expresar su fe, más allá de interpretaciones externas.
Con información de EFE y Euronews.