México se queda atrás en la carrera global por la inteligencia artificial, revela informe de Stanford

México se queda atrás en la carrera global por la inteligencia artificial, revela informe de Stanford

Pese al auge internacional de la inteligencia artificial y su expansión en sectores clave como la medicina, la educación y la industria, México y América Latina siguen rezagados en inversión, desarrollo tecnológico y marcos regulatorios. El AI Index Report 2025 advierte sobre los desafíos que enfrenta la región en un contexto de creciente competencia y dependencia digital.

En un contexto internacional marcado por inversiones multimillonarias, avances científicos impulsados por inteligencia artificial (IA) y un debate creciente sobre sus riesgos éticos, México y América Latina aún caminan a paso desigual en la carrera tecnológica. El AI Index Report 2025, publicado por el Instituto de Inteligencia Artificial Centrada en el Ser Humano de la Universidad de Stanford, ofrece un retrato contundente: mientras el desarrollo global de la IA se acelera, la región enfrenta brechas profundas en infraestructura, inversión y formación de talento.

El ascenso global de la IA… sin América Latina al frente

En 2024, la inversión privada global en IA alcanzó los 252.3 mil millones de dólares, con Estados Unidos liderando con más de 109 mil millones, seguido por China con 9.3 mil millones. América Latina, por su parte, no figura entre las regiones de mayor inversión ni producción científica destacada en IA. China dominó en cantidad de publicaciones (23.2%) y patentes (69.7%), mientras que Estados Unidos lideró en modelos notables y en investigaciones más citadas. La región latinoamericana apenas concentró el 1.6% de las publicaciones globales en IA y el 1.35% de sus citas académicas.

Educación: avances en planes, no en acceso

Dos tercios de los países del mundo ofrecen hoy educación en ciencias de la computación a nivel básico. África y América Latina destacan como las regiones con mayor avance reciente en la implementación de estos programas. Sin embargo, el acceso sigue siendo limitado por problemas estructurales como la falta de electricidad y conectividad en zonas rurales. La región se enfrenta así a un dilema: avanza en intención, pero no en capacidades reales para formar talento en IA​.

México: entre el potencial y la dependencia

México no aparece entre los países que lideran el desarrollo de modelos, la producción científica, la inversión o el diseño de marcos regulatorios sólidos en IA. No obstante, es parte de una región que comienza a organizar iniciativas propias. En años recientes, el país ha promovido estrategias como el uso de IA en diagnóstico médico, agricultura y políticas públicas, pero estas siguen siendo proyectos piloto, sin escala ni continuidad institucional clara.

Además, el país depende en gran medida de modelos desarrollados por grandes corporaciones extranjeras, lo que limita su soberanía tecnológica. La reducción de costos en el uso de IA —con modelos que pasaron de costar $20 dólares por millón de tokens en 2022 a $0.07 en 2024— abre oportunidades para ampliar su uso, pero sin talento ni infraestructura propia, México sigue en posición de consumidor antes que de creador​.

Regulación y ética: una deuda pendiente

Mientras países como Canadá, Francia, China o Arabia Saudita lanzan proyectos nacionales multimillonarios y organismos internacionales como la ONU y la OCDE promueven principios de IA responsable, América Latina carece de marcos regulatorios robustos. La creciente preocupación global por la desinformación, el sesgo algorítmico y la protección de datos apenas ha comenzado a discutirse de forma seria en congresos y parlamentos latinoamericanos.

La inteligencia artificial ya no es solo un tema de innovación tecnológica, sino de soberanía, equidad y poder geopolítico. México y América Latina enfrentan el reto urgente de cerrar la brecha con las potencias tecnológicas mediante inversión estratégica, formación de talento y políticas públicas inclusivas. De lo contrario, corren el riesgo de quedar atrapados en un modelo de dependencia digital, sin voz ni voto en el diseño del futuro tecnológico global.