Un marco histórico: la Pascua judía
De acuerdo con los evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas), la Última Cena fue una comida de Pascua o seder, celebrada al inicio de la festividad de Pésaj, que conmemora la liberación del pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto. Este dato es crucial, pues permite inferir con cierto grado de certeza qué alimentos formaban parte del banquete, ya que la cena pascual seguía —y aún sigue— un orden ritual establecido.
El Evangelio de Juan, por otro lado, sugiere que la Última Cena tuvo lugar antes de la Pascua, lo que ha llevado a debates cronológicos entre exégetas y teólogos. No obstante, para fines históricos y culturales, el marco del seder sigue siendo el más plausible para reconstruir el menú.
Pan sin levadura y vino: los elementos confirmados
Los relatos evangélicos coinciden en dos elementos fundamentales: el pan sin levadura (matzá) y el vino. Ambos tienen un valor simbólico en la liturgia cristiana posterior, pero también eran parte habitual del seder judío. El pan ácimo recuerda la prisa con la que los hebreos salieron de Egipto, sin tiempo para fermentar la masa. El vino, generalmente servido en cuatro copas durante la cena pascual, representaba gozo y redención.
Hierbas amargas y otros componentes del seder
En la tradición judía, la cena de Pascua incluía también hierbas amargas (maror), que simbolizan el sufrimiento en la esclavitud. Estas hierbas, posiblemente lechuga silvestre, hinojo o rábano picante, se mojaban en agua salada o vinagre, evocando las lágrimas vertidas por los antepasados.
Asimismo, es probable que se sirviera charoset, una mezcla de frutas secas, nueces, canela y vino, que representa el mortero que los israelitas usaban en sus labores como esclavos. Aunque el charoset no se menciona en los textos cristianos, su uso en los rituales del primer siglo está bien documentado.
¿Hubo cordero pascual?
Uno de los puntos más debatidos por los historiadores es la presencia o ausencia del cordero pascual. La Torá prescribe el sacrificio de un cordero en el Templo de Jerusalén como parte central del ritual de Pascua. Si la Última Cena fue efectivamente una cena pascual, es razonable pensar que incluyó carne de cordero, previamente sacrificado en el Templo, tal como lo estipulaba la ley mosaica.
No obstante, la ausencia explícita de esta carne en los relatos evangélicos ha llevado a algunos estudiosos a sugerir que Jesús intencionadamente omitió el cordero para enfatizar su papel como el nuevo “Cordero de Dios”. Otra posibilidad es que las condiciones políticas y religiosas del momento —incluyendo la tensión con las autoridades del Templo— hayan impedido el sacrificio ritual en esa ocasión.
Una comida judía en el origen del cristianismo
La Última Cena, en términos históricos, fue una comida judía enmarcada en una de las festividades más importantes del calendario hebreo. Su transformación en la Eucaristía cristiana marca uno de los momentos de mayor trascendencia simbólica en la historia de las religiones, pero no debe hacer olvidar su raíz histórica: Jesús y sus discípulos eran judíos celebrando la liberación de su pueblo.
Por ello, la reconstrucción del menú de la Última Cena no solo tiene interés gastronómico o ritual, sino que también permite comprender mejor la continuidad entre el judaísmo del Segundo Templo y los orígenes del cristianismo. Es en esa noche, compartiendo pan sin levadura, vino y palabras de despedida, donde se cruzan la tradición de Israel y el inicio de una nueva fe.