Este hallazgo fue realizado gracias al Telescopio Espacial James Webb (JWST), que permitió a los investigadores analizar cómo la luz de la estrella se filtra a través de la atmósfera de K2-18 b, dejando una huella única de las moléculas presentes. Los datos sugieren que estas sustancias químicas podrían ser indicativos de actividad biológica en el planeta, algo que ha despertado gran interés en la comunidad científica.

El equipo de Cambridge considera este avance como un paso significativo en la búsqueda de vida extraterrestre. Nikku Madhusudhan, líder de la investigación, comentó a los medios que los resultados representan un cambio de paradigma en el estudio de los exoplanetas y la búsqueda de biosignaturas en atmósferas lejanas.
Sin embargo, la publicación de la revista Nature señala que muchos expertos se mantienen escépticos ante el hallazgo. Stephen Schmidt, astrónomo de la Universidad Johns Hopkins, advirtió que «no es una evidencia sólida», y otros investigadores cuestionan si la señal observada corresponde realmente a las moléculas en cuestión o si podría ser un error debido a las limitaciones de las mediciones del JWST. Además, algunos científicos, como Joshua Krissansen-Totton, aseguran que K2-18 b probablemente sea estéril y carezca de condiciones para albergar vida.
Este debate resalta los desafíos de interpretar señales de vida en exoplanetas, pero también marca un hito en el avance de la ciencia espacial, ofreciendo nuevas perspectivas sobre la búsqueda de vida fuera del Sistema Solar.