El sureste de España enfrenta una tragedia sin precedentes tras la devastadora depresión aislada en niveles altos (DANA), que ha causado la muerte de 205 personas y dejado a miles de habitantes sin servicios básicos. Con cinco comunidades en alerta, las labores de rescate se intensifican, mientras las inundaciones continúan afectando gravemente la infraestructura y la vida cotidiana en localidades como Valencia y Albacete.
El impacto de la depresión aislada en niveles altos (DANA) ha dejado un saldo devastador en la provincia de Valencia y otras comunidades autónomas en el sureste de España. Hasta el momento, 205 personas han perdido la vida a causa de las intensas lluvias y desbordes, y aún hay comunidades en situación de extrema alerta debido al riesgo de nuevas inundaciones. Este viernes, el Centro de Emergencias de la Generalitat Valenciana confirmó que solo en Valencia, la cifra de víctimas ha aumentado a 202. La situación de emergencia se extiende también a las regiones de Castilla-La Mancha y Andalucía, donde se contabilizan fallecidos adicionales, elevando el total a 205.
Una DANA, como la que ahora azota a España, es un fenómeno meteorológico que produce lluvias torrenciales cuando las bajas presiones en niveles altos de la atmósfera se encuentran con masas de aire cálido. Estos fenómenos suelen provocar inundaciones y daños severos en las infraestructuras, especialmente en comunidades como Andalucía y la Comunidad Valenciana, donde se encuentran las ciudades de Valencia y Alicante.
La emergencia no ha cedido: cinco comunidades españolas se mantienen en alerta, con Huelva bajo nivel rojo, lo que significa riesgo extremo. Las labores de rescate continúan con más de 500 soldados y personal de servicios de emergencia movilizados para ayudar en las zonas más afectadas. En localidades como Letur, en la provincia de Albacete, alrededor de 200 rescatistas y voluntarios, apoyados por perros rastreadores de la Unidad Militar de Emergencias y la Guardia Civil, siguen buscando a cinco personas desaparecidas en el casco viejo, un área especialmente golpeada por la crecida.
Además de la pérdida de vidas, los daños materiales son enormes. Más de cien carreteras están bloqueadas en toda la región, incluyendo tramos de arterias principales como la A-3 y la A-7, que unen a Valencia con otras provincias. Miles de personas siguen sin servicios básicos: no tienen acceso a agua potable, electricidad o teléfono. Los esfuerzos de los cuerpos de emergencia incluyen la distribución de agua a los vecinos que, desesperados, buscan provisiones en los puntos de reparto organizados por las autoridades.
A medida que avanza la tormenta, las comunidades de Valencia, Andalucía y Castilla-La Mancha permanecen en alerta, preparándose para lo que aún pueda venir.
Con información de EFE.