La cena navideña es, sin duda, uno de los eventos más esperados del año. Una mesa llena de delicias como pavo horneado, ensaladas frescas, sopas calientes y postres elaborados simboliza el amor y la unión familiar. Sin embargo, detrás de ese festín se oculta un trabajo arduo, generalmente asumido por mujeres, que puede ser tan extenuante como cualquier jornada laboral.
12 horas en la cocina: el tiempo invisible de la Navidad
Preparar una cena navideña completa no es tarea sencilla. El proceso puede extenderse fácilmente a lo largo de 12-14 horas, considerando tanto la preparación activa como la supervisión de los platillos. Estos son algunos tiempos estimados:
- Pavo horneado (5-7 kg): El marinado puede comenzar hasta con un día de anticipación, requiriendo entre 12 y 24 horas de reposo. El horneado toma de 3 a 5 horas, mientras que su preparación inicial puede durar 30-45 minutos.
- Ensalada: Dependiendo de los ingredientes, preparar una ensalada fresca o con elementos cocidos lleva de 20 a 40 minutos.
- Entradas: Los canapés, dips o tablas de quesos pueden demandar de 30 a 60 minutos, según su complejidad.
- Sopa: Cocinar una sopa o crema puede tomar entre 1 y 2 horas, especialmente si se hace desde cero.
- Pastel: Hacer un pastel en casa requiere de 2 a 3 horas, más otros 30 minutos para decorarlo si es necesario.
- Coctelería: Preparar bebidas para 10-15 personas puede extenderse por 1 o 2 horas.
El peso emocional y físico
Quienes se encargan de esta labor, mayoritariamente mujeres, enfrentan no solo una carga física considerable, sino también el peso emocional de cumplir con las expectativas familiares. La presión por lograr una cena perfecta puede generar estrés, especialmente cuando se conjuga con las responsabilidades laborales o el cuidado de los hijos. Además, muchas veces este trabajo no es reconocido como un esfuerzo significativo, sino asumido como parte de las «obligaciones» de género.
La necesidad de compartir el trabajo
En un contexto donde la equidad de género es un tema central, es fundamental cuestionar por qué este esfuerzo recae casi exclusivamente en las mujeres. Delegar tareas, planear la cena en conjunto o simplificar el menú pueden ser formas de aliviar la carga. También es importante visibilizar el trabajo doméstico y emocional que conlleva organizar estas celebraciones, reconociéndolo como una contribución valiosa al bienestar familiar.
Este 24 de diciembre, mientras se disfrutan los platillos y la compañía, no olvidemos el esfuerzo que hay detrás de cada bocado. Agradecer y, mejor aún, participar activamente en la preparación es un gesto que puede marcar la diferencia. Al fin y al cabo, la Navidad también trata de compartir, y eso incluye el trabajo que la hace posible.