Esta medida es una reacción directa a la política de Biden, quien había fijado como objetivo eliminar el uso de utensilios de plástico de un solo uso, incluidas las popotes, en las agencias y departamentos federales antes de 2035. La administración demócrata impulsó esta iniciativa como parte de un esfuerzo para reducir la contaminación plástica, que afecta principalmente a los océanos.
Organizaciones ecologistas, como World Wildlife y la Trash Free Seas Alliance, han liderado campañas contra el uso de popotes de plástico, que son responsables de gran parte de la contaminación marina. Según estudios, el estadounidense promedio utiliza alrededor de 1.6 popotes al día, y si se suman las pajitas utilizadas en el país, estas podrían dar dos y media vueltas al planeta por la línea del ecuador.
El impacto ambiental de los artículos desechables de plástico, como las popotes, agitadores y bolsas, es significativo. Estos productos no solo tardan cientos de años en descomponerse, sino que muchos animales marinos los confunden con alimentos. El 90% de todas las aves marinas y todas las especies de tortugas marinas han ingerido restos de plástico, lo que pone en riesgo la biodiversidad marina.
Si bien el reciclaje y la eliminación adecuada de los desechos plásticos pueden mitigar el problema, existen acciones más simples que los consumidores pueden tomar, como rechazar el uso de pajitas o popotes. Además, algunos restaurantes han comenzado a ofrecer popotes solo bajo solicitud, o bien, utilizan alternativas hechas con materiales como el papel.
Sin embargo, el uso de popotes de papel como alternativa ecológica también ha sido cuestionado por algunos investigadores. Un estudio reciente publicado en la revista Food Additives and Contaminants advierte que estos popotes contienen químicos eternos (PFAS), que podrían dañar la salud humana. El investigador Thimo Groffen, de la Universidad de Amberes en Bélgica, señaló que, aunque los popotes de papel, bambú y otros materiales vegetales se promocionan como más sostenibles, la presencia de PFAS en estos productos pone en duda su efectividad como solución ecológica.
El estudio analizó 39 marcas de popotes de diferentes materiales (papel, bambú, cristal, acero inoxidable y plástico), y detectó la presencia de PFAS en un 69% de las muestras, con un total de 18 sustancias diferentes. Estos hallazgos destacan la necesidad de revisar las alternativas al plástico y plantean nuevos desafíos para las políticas ambientales en EU y a nivel global.