Francia ha apostado por un despertar europeo en inteligencia artificial (IA) con la organización de una cumbre internacional los días 10 y 11 de febrero en el Grand Palais de París. En un contexto de dominio estadounidense y chino en el sector, la Unión Europea (UE) busca posicionarse como un actor relevante en la carrera tecnológica global. Sin embargo, las decisiones que emanen de este foro podrían tener implicaciones profundas en la libertad digital y la regulación del internet.
Al finalizar el evento, Macrón buscará que los jefes de Estado participantes firmen un comunicado no vinculante sobre los principios de gestión de la IA a nivel mundial que podría delimitar criterios de gobernanza definidos desde los intereses de Francia y la Unión Europea.
El evento, copresidido por India, cuenta con la participación de más de 80 países e incluye mesas de debate en las que se discutirán estrategias comunes, regulación e inclusión en el desarrollo de la IA. Entre los asistentes destacan figuras clave del sector tecnológico como Sam Altman (OpenAI), Sundar Pichai (Google) y Demis Hassabis (DeepMind), además de líderes políticos como Ursula von der Leyen, Olaf Scholz y Narendra Modi.
Una regulación que preocupa
Uno de los puntos más polémicos de la cumbre será la regulación de la IA, especialmente después de la entrada en vigor del AI Act en Europa. Esta normativa, que solo cuenta con el respaldo de siete países, pretende establecer un marco común para el uso de la IA, pero también abre la puerta a restricciones que podrían limitar la innovación y el acceso a tecnologías abiertas. Francia ha manifestado su intención de captar 2.500 millones de euros en cinco años para la creación de una fundación que impulse herramientas de código abierto, pero queda la incertidumbre sobre cómo se definirán los criterios de acceso y uso.
El impulso europeo a la IA se enmarca en una estrategia de independencia tecnológica, pero también de control. La Comisión Europea ha insistido en la necesidad de establecer mecanismos de supervisión y regulación, una postura que podría derivar en medidas restrictivas para el internet abierto y en una mayor vigilancia sobre el desarrollo de tecnologías generativas. La cumbre también aborda la necesidad de «crear confianza» en la IA, un discurso que podría justificar intervenciones más estrictas en el uso de modelos de lenguaje y procesamiento de datos.
A pesar de la narrativa de inclusión y cooperación, la cumbre plantea preguntas críticas: ¿Las decisiones tomadas en este foro representarán realmente los intereses de los ciudadanos o quedarán en manos de un grupo selecto de actores políticos y corporativos? El debate sobre el control de la IA no solo afecta a las empresas tecnológicas, sino también a la libertad de los usuarios en internet. La regulación de la IA en Europa podría convertirse en un modelo a nivel mundial, estableciendo precedentes que impacten la accesibilidad y el desarrollo de tecnologías emergentes.
La cumbre de París se presenta como una oportunidad para definir el papel de Europa en el futuro de la IA, pero también como un punto de inflexión en el equilibrio entre regulación, innovación y libertades digitales.