Entre el 26 y 27 de septiembre estuvieron activas por lo menos dos operaciones de inteligencia con las que los estudiantes fueron vigilados por las autoridades, de una manera casi contrainsurgente, afirmaron los expertos.
El Grupo Interdisciplinario de Expertos y Expertas Independientes (GIEI) detalló en la tercera entrega de su investigación sobre Ayotzinapa, información complementaria sobre la implementación, por parte del Estado Mexicano, de una operación de seguimiento georreferenciado y de las comunicaciones de los normalistas.
De acuerdo con los expertos, los estudiantes de Ayotzinapa fueron víctimas de espionaje por lo menos desde el año 2010, en que sus actividades fueron infiltradas e intervenidas, como parte de una operación de inteligencia que se puso en marcha en todas las Normales del país.
Este seguimiento inició en el sexenio del expresidente Felipe Calderón, en que la Guerra contra el crimen organizado justificó la compra de software de espionaje. En el año 2015, una filtración reveló que diversos gobiernos, entre ellos el de México, adquirió software de vigilancia de la compañía Hacking Team. La empresa italiana reveló en ese año que 16 gobiernos estatales mexicanos y dependencias como el extinto Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN) y la exPolicía Federal, adquirieron el software de vigilancia Da Vinci, entre el 2010 y el 2015 por un monto de por lo menos 100 millones de pesos.
Las normales del país fueron catalogadas por los gobiernos panistas y prísitas como subversivas. Las represiones a los normalistas han sido documentadas en diversas fuentes. En el año 2011 fueron asesinados Jorge Alexis Herrera Pino y Gabriel Echeverría de Jesús. Sin embargo, las represiones datan de décadas. En 1988, también fueron reprimidos los normalistas de Atequiza, Jalisco, quienes cada año realizan una marcha en conmemoración del violento episodio. Este caso, es solo una muestra de la represión sistemática que los normalistas, perseguidos, reprimidos y encarcelados, han padecido en todo el país.
En este contexto, los expertos señalaron que los normalistas de Ayotzinapa eran vigilados de manera muy cercana. Entre el 26 y 27 de septiembre estuvieron activas por lo menos dos operaciones de inteligencia con las que los estudiantes fueron vigilados por las autoridades, de una manera casi contrainsurgente, afirmaron los expertos.
Las investigaciones han arrojado que entre los estudiantes que viajaban en los autobuses, la noche del 26 de septiembre del 2014, había por lo menos un elemento del Ejército mexicano infiltrado, que habría informado a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) de las detenciones.
EL ESTADO SUPO DE LAS DETENCIONES EN TIEMPO REAL
Las omisiones de las autoridades en el caso, se acentúan debido a que el seguimiento que el Gobierno mexicano hacía los estudiantes era tan invasivo, que sabían minuto a minuto dónde estaban, y qué hacían, por lo que, los investigadores sostienen que tuvieron información en tiempo real de las detenciones. Los militares también estaban al tanto de los reportes que obtuvieron por medio del C4. Sin embargo, ninguna autoridad intervino para ayudarlos.
«Hubo dos operaciones de inteligencia, de seguimiento que estaban vigentes entre los días 26 y 27 de septiembre del 2014, cuando ocurrió la desaparición. Un seguimiento histórico casi contrainsurgente, un seguimiento a la escuela y a los movimientos de los estudiantes dos días antes. Las autoridades contaban con información prácticamente minuto a minuto de lo que ocurrió, porque contaban con el C4, y porque los mismos estudiantes que iban en los camiones estaban infiltrados, había estudiantes fachada que seguramente estaban informando de lo que aconteció», afirmaron los expertos.
De acuerdo con los investigadores, las acciones de espionaje en contra de los normalistas fueron llevadas a cabo precisamente por el 27vo Batallón que también infiltró elementos en la normal de Ayotzinapa.
El GIEI investigó el seguimiento georreferenciado que se hizo a los normalistas desde el 2015. Desde ese año, los expertos sabían de la existencia de un centro regional de fusión de inteligencia que tuvo información del paradero de los estudiantes. Sin embargo, las autoridades negaron su existencia y afirmaron que dichos centros regionales fueron creados hasta el 2015.
EL ESTADO GUARDÓ SILENCIO SOBRE EL CRIMEN ORGANIZADO
Después de siete años de investigación, el GIEI obtuvo pruebas de una conversación entre un policía de Iguala y un miembro del cártel Guerreros Unidos, que informaban sobre el destino de los estudiantes durante el 26 de septiembre.
Además del seguimiento a los normalistas, los investigadores han confirmado que las autoridades sabían que existían una operación de trasiego de heroína en los autobuses de transporte. Según los investigadores, las autoridades tenían información pormenorizada de la siembra y traslado de amapola y de fabricación de heroína. Así como de la manera en que esta práctica ilegal repercutía en Guerrero, y que pudo tener una implicación en el caso.
De manera previa a la tercera entrega, el GIEI consideró la posibilidad de que uno de los autobuses que secuestraron los estudiantes para llegar a la Ciudad de México, y participar en el mitin del 2 de octubre, fuera empleado por cárteles para transportar droga. Los investigadores consideraron que esta pudo ser una de las causas por las que se habría ordenado su represión. Sin embargo, las autoridades que sabían de las actividades del crimen organizado, guardaron silencio.
El silencio también se extendió a las acciones internas de las dependencias, a raíz de las desapariciones. Después de años de investigación, y de que las autoridades negaron en varias ocasiones la información solicitada por el GIEI, obtuvieron información de que el C4 era controlado por militares, y que dentro de la Secretaria de la Defensa Nacional (Sedena) se llevaron a cabo investigaciones paralelas sobre los hechos del 26 de septiembre, mismas a las que el GIEI no tiene acceso. También se llevaron a cabo procesos disciplinarios a fuerzas armadas, entre ellas el 27vo Batallón del que ahora se sabe que estuvo presente en las barandillas,donde fueron retenidos los estudiantes.