En la era digital, donde las redes sociales han transformado la manera en que nos comunicamos, conectamos y nos presentamos ante el mundo, un fenómeno preocupante ha emergido: la creación de identidades falsas. Este comportamiento, que ha estallado con la popularización de plataformas como Instagram, Facebook y X (antes Twitter), no es solo una moda o un juego de imagen; es un síntoma de una patología más profunda, vinculada a la necesidad de validación, el temor al juicio social y el deseo insaciable de pertenencia.
Marilyn Cote: La Falsa Psiquiatra
Un caso particularmente alarmante que ejemplifica este comportamiento es el de Marilyn Cote, quien se presentó públicamente como psiquiatra, pero en realidad no tenía la formación necesaria para ofrecer atención en salud mental. Cote, a pesar de contar con un doctorado en Psicología, creó una fachada de experta en psiquiatría, donde diagnosticaba y medicaba a sus pacientes con medicamentos peligrosos sin contar con la debida formación en psiquiatría. Su comportamiento no solo fue una farsa profesional, sino que también reveló un trastorno en la percepción de sí misma, al mostrarse como una autoridad en el tema de la salud mental mientras ocultaba sus propias debilidades y problemas personales.
El caso de Marilyn Cote ha ganado notoriedad después de las denuncias de varios de sus pacientes, quienes revelaron haber sido diagnosticados con enfermedades que no padecían y haber sido medicados de manera incorrecta, generando en muchos casos daños a su salud física y mental. Esta falsa psiquiatra no solo engañó a sus pacientes, sino que además aprovechó las redes sociales para construir su imagen como una experta en salud mental, lo que permitió que su engaño se expandiera rápidamente y ganara la confianza de más personas vulnerables.
El Comportamiento Patológico del Necesitar Aparentar
Fingir una vida que no se tiene es un comportamiento que se manifiesta en diversas formas, desde la exageración de logros y experiencias hasta la creación de perfiles completamente falsos, diseñados para impresionar, manipular o simplemente encajar en un molde social idealizado. Lo que podría considerarse una estrategia inocente para ganar seguidores o likes, en muchos casos, se convierte en una conducta patológica que pone en riesgo tanto la salud mental del individuo como la confianza que los demás depositan en las interacciones online.
La necesidad de aparentar se amplifica en plataformas donde la visibilidad y la validación social son recompensadas. Marilyn Cote supo cómo usar las redes para proyectar una identidad que la posicionara como una profesional respetada, aprovechando la falta de regulación en las plataformas y la confianza de las personas en los expertos del ámbito de la salud. Esta estrategia le permitió ganar seguidores y pacientes, pero a costa de la salud y bienestar de muchos.
El Daño a la Salud Mental
El daño más grave que produce este tipo de comportamientos es el impacto en la salud mental. Los pacientes de Cote, al igual que los seguidores que buscan el consejo de influencers o expertos falsos en redes sociales, enfrentan riesgos graves. En su caso, varios individuos fueron diagnosticados erróneamente con esquizofrenia y tratados con medicamentos como el aripiprazol y la quetiapina, sin tener una verdadera enfermedad. Estos fármacos pueden causar efectos secundarios graves, y cuando se administran de manera incorrecta, provocan un deterioro significativo en la salud mental y física de las personas.
Además, al ser pacientes de una falsa psiquiatra, los afectados sufrieron la estigmatización de llevar un diagnóstico erróneo, lo que puede generar una crisis de identidad y autoestima. La idea de estar enfermo cuando no se tiene ninguna enfermedad real no solo afecta el bienestar emocional de los pacientes, sino que también perpetúa una cultura de miedo y desconfianza hacia la atención médica en línea y las redes sociales como fuente de información.
Casos Escandalosos: De Influencers a Estafadores
El caso de Marilyn Cote es solo un ejemplo dentro de una serie de escándalos en los que personas han fabricado identidades para obtener poder, dinero o simplemente la validación social que tanto buscan. Otros casos notables incluyen Anna Delvey y Elizabeth Holmes, quienes, al igual que Cote, supieron aprovechar las plataformas sociales y los medios para crear una imagen de éxito, engañando a inversionistas, amigos y seguidores.
La influencer estadounidense Anna Delvey (cuyo nombre real es Anna Sorokin) es uno de los ejemplos más notables. Esta joven, que se presentó como una heredera millonaria en el mundo de las élites de Nueva York, engañó a bancos, hoteles y clientes con su fachada de lujo, mientras vivía una vida de deudas y engaños. Su historia fue tan impactante que incluso fue adaptada en una serie de Netflix, Inventing Anna. Sorokin no solo construyó una identidad falsa para ganar dinero, sino que lo hizo en un contexto donde las redes sociales validan la apariencia de riqueza, belleza y éxito.
Otro caso relevante fue el de Elizabeth Holmes, la fundadora de la startup de biotecnología Theranos, que prometió revolucionar la industria de la salud con una máquina que podía hacer análisis de sangre con una sola gota. Holmes construyó una imagen de joven emprendedora exitosa, respaldada por un discurso de empoderamiento y un aire de exclusividad, todo mientras engañaba a inversionistas y consumidores. Al final, su falta de transparencia y la creación de una narrativa que no correspondía con la realidad resultaron en un escándalo millonario.
Recientemente trascendió el caso de la influencer MarianneRC, quien fingió haber comprado una mansión y publicó un video en redes sociales en el que ingresó al inmueble, afirmando que incluso las pertenencias en el interior le pertenecían. Sin embargo, el verdadero dueño de la casa, Ricardo Ponce, también influencer, desmintió la versión y aseguró que la propiedad era suya.
Marilyn Cote, al igual que estos casos, refleja un patrón en el que las personas se reinventan en línea, proyectando una identidad que está lejos de ser real. Estos comportamientos no solo son una manifestación de la obsesión por la perfección y el éxito, sino que también evidencian una desconexión con la propia identidad y los límites éticos que deberían existir en el ejercicio de profesiones relacionadas con el cuidado de la salud.