Miles de personas tomaron las calles de València para expresar su inconformidad con el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, y exigir su dimisión tras la gestión de la tragedia ocasionada por la dana. La multitudinaria protesta dejó un saldo de cuatro manifestantes detenidos y 31 policías heridos en enfrentamientos que estallaron en pleno centro de la ciudad.
La rabia se sentía en el aire, densa como la humedad que aún queda tras las lluvias. A las seis de la tarde, una multitud de 130 mil personas, según la Delegación del Gobierno en la Comunitat Valenciana, se apoderó del centro de València para exigir justicia, para gritar el descontento y la impotencia por la mala gestión de las autoridades locales ante la tragedia que once días antes dejó más de 200 víctimas mortales y miles de damnificados que dejó la (Depresión Aislada en Niveles Altos) DANA. Desde todos los rincones, hombres y mujeres llegaban al corazón de Valencia.
La marcha, convocada por 65 organizaciones sociales, cívicas y sindicatos de izquierda, respaldada por otras 83 entidades, se movió con paso firme desde la plaza del Ayuntamiento hasta el Palau de la Generalitat, donde, frente a las murallas históricas, se exigió la dimisión del presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, y de todo su Consell. A cada paso, la multitud coreaba consignas, exhibía pancartas y hacía eco de una misma “rabia” que, al parecer, los unía.
La tragedia reciente, provocada por la DANA, aún pesaba en cada rostro. Las calles, anegadas hace unos días, ahora parecían absorber otra clase de desbordamiento: el del dolor convertido en protesta. “No más indiferencia”, rezaban algunos carteles, mientras los manifestantes avanzaban al ritmo de las palmas y gritos.
Pero lo que comenzó como una manifestación pacífica se tornó en caos en cuestión de minutos. Frente al Consistorio, un grupo de jóvenes lanzó bengalas y barro, rompiendo la calma que, hasta entonces, había marcado la jornada. Los agentes antidisturbios entraron en acción y, aunque dispersaron a los primeros focos de disturbios, la tensión ya se había instalado en el ambiente.
Con el sol poniéndose sobre València, al acercarse la multitud al Palau de la Generalitat, la situación se tornó crítica. Según fuentes policiales, “los autores de los disturbios pertenecen a la extrema izquierda”, y desde el inicio “intentaron reventar” la protesta. Alrededor de las 19:30, algunos de estos manifestantes comenzaron a arrojar sillas, barro y otros objetos contra los agentes. La confrontación fue inevitable, y al cabo de unos minutos, la policía había detenido a cuatro personas, dos de ellas por atentado a agentes de la autoridad y otras dos por desórdenes públicos.
Treinta y un policías resultaron heridos durante el operativo, mientras otros trece manifestantes fueron identificados para futuras acciones legales. A medida que la situación se intensificaba, los agentes redujeron a algunos manifestantes en plena plaza de la Virgen, donde las sillas volaban de un lado a otro, en una imagen que no tardó en viralizarse.
Para muchos asistentes, la escena era devastadora. Habían salido a las calles para exigir responsabilidad y respuestas; en cambio, se encontraron con enfrentamientos y violencia. Sin embargo, la marcha logró dejar claro su mensaje: la gestión de la tragedia ha sido deficiente, y la Comunidad Valenciana no dejará de pedir cuentas a sus dirigentes.
Cuando las calles comenzaron a vaciarse, el eco de los gritos aún resonaba en las paredes del Palau. Los manifestantes se retiraron, dejando un rastro de indignación que difícilmente se disipará.