Previo a su muerte, Papa Francisco participó en actos públicos sin oxígeno pese a su delicado estado de salud

Previo a su muerte, Papa Francisco participó en actos públicos sin oxígeno pese a su delicado estado de salud

El Papa Francisco enfrentó graves complicaciones respiratorias semanas antes de su muerte, pero aún convaleciente apareció en actos públicos de alto desgaste físico durante la Semana Santa. La secuencia de eventos ha abierto cuestionamientos sobre si hubo una exposición innecesaria que pudo haber comprometido su ya delicado estado de salud.

La salud del Papa Francisco se deterioró visiblemente en los meses previos a su fallecimiento, dejando interrogantes sobre el manejo médico e institucional de su convalecencia. A partir de los reportes oficiales del Vaticano y las apariciones públicas del pontífice, se desprenden elementos que sugieren una posible exposición imprudente durante los actos litúrgicos de Semana Santa, celebrados semanas después de una crisis respiratoria que lo mantuvo en estado crítico.

El 17 de febrero, la Santa Sede informó que al Papa le fue diagnosticada una infección polimicrobiana del tracto respiratorio. Días después, una tomografía reveló la presencia de neumonía bilateral, condición grave que afecta simultáneamente ambos pulmones y compromete la oxigenación del cuerpo. El 22 de febrero, su estado empeoró con una crisis respiratoria asmática prolongada que, según el reporte médico, lo mantuvo en “estado crítico”. El mismo día, se le detectó plaquetopenia asociada a anemia, lo que obligó a la administración de transfusiones sanguíneas.

La gravedad de este cuadro clínico sugería la necesidad de una recuperación prolongada y bajo estricta vigilancia médica. No obstante, el 23 de marzo, poco más de un mes después de ser internado, el Papa fue dado de alta y reapareció en público utilizando una mascarilla de oxígeno. Aunque esta imagen dio cuenta de su debilidad, también marcó el inicio de una serie de apariciones públicas durante su convalecencia.

Durante los eventos de Semana Santa —entre ellos la tradicional bendición Urbi et Orbi del domingo de Pascua— el pontífice apareció sin la mascarilla de oxígeno, pese a que su condición médica no había mejorado de forma sustancial. Esta exposición, en un contexto de alta demanda física y emocional, plantea dudas sobre si se respetaron los límites de su salud o si existió presión institucional para mantener su figura activa ante los fieles, aun a costa de su bienestar.

Sin un informe forense oficial que relacione directamente su participación en dichos eventos con su fallecimiento, no es posible concluir que se haya producido una negligencia. Sin embargo, la cronología médica difundida por el Vaticano permite sostener que el Papa no se encontraba en condiciones óptimas para afrontar los compromisos litúrgicos que le fueron asignados o que él mismo asumió.

En este sentido, permanece abierta la interrogante: ¿se tomaron todas las medidas necesarias para proteger su salud en sus últimas semanas de vida? O, por el contrario, ¿se priorizó la continuidad simbólica del liderazgo papal por encima de su frágil estado clínico?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *