El estado de Washington se vio severamente afectado el miércoles por un fenómeno climático conocido como «ciclón bomba», que dejó a cientos de miles de personas sin electricidad, causó graves interrupciones en el transporte y cobró al menos dos vidas. La tormenta, que provocó ráfagas de viento de hasta 77 mph (124 km/h) en el Parque Nacional Monte Rainier, fue reportada por el Servicio Meteorológico Nacional (NWS) en Seattle.
Video: Info Room.
Los vientos huracanados, que alcanzaron ráfagas de hasta 55 mph (88 km/h) en el Aeropuerto Sea-Tac, derribaron árboles y líneas eléctricas durante la noche, dejando sin energía a más de 600 mil hogares y negocios en Washington, el suroeste de Oregón y el norte de California, según Poweroutage.us. Además, el sistema climático afectó gravemente a la provincia de Columbia Británica, en Canadá, donde alrededor de 225,000 clientes quedaron sin suministro eléctrico.
La tragedia cobró vidas cuando un árbol cayó sobre un campamento de personas sin hogar en Lynnwood, al norte de Seattle, matando a una mujer de unos 50 años. El incidente ocurrió el martes por la noche, cuando los bomberos respondieron a la emergencia en Alderwood Mall Parkway. En Bellevue, una segunda mujer perdió la vida cuando un árbol se desplomó sobre su casa. Además, dos personas resultaron heridas en Maple Valley, al sureste de Seattle, cuando un árbol cayó sobre su remolque.
El Servicio Meteorológico Nacional advirtió que aún se esperan condiciones de ventisca en las Cascadas, con la posibilidad de tormentas eléctricas a lo largo de la costa. El clima inestable podría persistir hasta el fin de semana y principios de la próxima semana debido al paso de un nuevo frente frío.
Las escuelas de todo el oeste de Washington tomaron medidas de precaución, cancelando o posponiendo el inicio de clases debido a las condiciones extremas. Mientras tanto, los equipos de emergencia y las autoridades locales continúan trabajando para restaurar el suministro eléctrico y evaluar los daños causados por esta devastadora tormenta.
La magnitud de este «ciclón bomba» resalta la intensidad de los fenómenos meteorológicos que están afectando a diversas regiones del noroeste de Estados Unidos, poniendo en evidencia la vulnerabilidad de las comunidades frente a estos eventos climáticos extremos.