Rusia intensifica el conflicto en Ucrania con el lanzamiento de un misil balístico intercontinental (ICBM), el primero de su tipo en la guerra. El ataque, dirigido a infraestructura en Dnipro, dejó dos heridos y generó preocupación internacional ante la posibilidad de una escalada mayor.
Rusia utilizó un misil balístico intercontinental, RS-26 Rubezh, sin carga nuclear, durante un ataque a la ciudad de Dnipro, en Ucrania, informó la fuerza aérea ucraniana el jueves. Este hecho marca la primera vez que se emplea un arma de este tipo en el conflicto que comenzó hace 33 meses, con capacidad nuclear y un alcance de miles de kilómetros. Sin embargo, las autoridades ucranianas no reportaron indicios de que el proyectil llevara una ojiva nuclear.
Según informes preliminares, el misil utilizado podría tratarse de un RS-26 Rubezh, un ICBM ruso de combustible sólido con ojivas hipersónicas MIRV, cuyo desarrollo avanzado comenzó en 2015. Este modelo fue probado con éxito desde el Cosmódromo de Plesetsk en 2012, alcanzando objetivos a más de 6.000 kilómetros de distancia, y se esperaba que entrara en servicio en 2016. No obstante, su desarrollo quedó suspendido hasta 2027 debido a la priorización de otros proyectos estratégicos, como los misiles RS-24 Yars y R-30 Bulava, así como el vehículo de ataque hipersónico Avangard.
El misil impactó en empresas e infraestructura crítica en Dnipro, causando incendios y dejando dos personas heridas, según el gobernador de la región, Sergiy Lysak. Además del misil balístico, Rusia lanzó un misil hipersónico Kinzhal y siete misiles de crucero Kh-101, seis de los cuales habrían sido interceptados por las defensas ucranianas.
La fuerza aérea ucraniana detalló que el misil balístico intercontinental fue disparado desde la región de Astracán, aunque no especificó el modelo ni el tipo de ojiva.
El ataque ruso ocurrió en un contexto de creciente tensión. Ucrania había disparado días antes misiles de crucero británicos Storm Shadow y misiles estadounidenses ATACMS hacia territorio ruso, lo que Moscú considera una escalada importante.
Con el conflicto acercándose a los 1.000 días, ambas partes buscan consolidar posiciones estratégicas ante posibles negociaciones de paz, mientras las potencias internacionales observan con preocupación los recientes acontecimientos.
