La pobreza, los bajos salarios y la inflación en los precios de los alimentos han disparado la inaccesibilidad de alimentos que constituyen una dieta saludable en América Latina, entre ellos vegetales, frutas, cereales, aceites y alimentos de origen animal. De acuerdo con un estudio de la Organización de las Naciones Unidas, la región latinoamericana tiene la dieta saludable más cara del mundo.
El informe «Panorama de Seguridad Alimentaria y Nutricional», publicado por la Organización de las Naciones Unidas en 2022, reveló que América Latina es la región con la dieta saludable más costa del planeta.
“Hablamos de la región del mundo [América Latina y el Caribe] con la dieta saludable más costosa, lo que afecta particularmente a las poblaciones vulnerables, como los pequeños agricultores, mujeres rurales y poblaciones indígenas y afrodescendiente, las cuales destinan un mayor porcentaje de ingresos a la compra de alimentos”, aseguró Rossana Polastri, directora regional del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola.
Los más afectados son los niños y niñas menores de cinco años y las mujeres, quienes sufren de una mayor inseguridad alimentaria que los hombres. En el 2021, la pandemia agravó la situación en la región. De acuerdo con la ONU, durante ese año hubo 56.5 millones de personas con hambre, principalmente en la región de América del Sur, donde se estima que viven 11 millones de personas afectadas por la falta de alimentos de calidad.
El estudio también reveló que la desnutrición infantil en menores de cinco años muestra una tendencia al aumento. En 2020, se registraron 11.3 por ciento de menores con desnutrición, una cifra que se encuentra 10 puntos por debajo del promedio mundial. Sin embargo, 3.9 millones de menores de cinco años tuvieron sobrepeso.
El aumento de la inflación global impactó en la seguridad alimentaria de la región. Los precios del trigo, el maíz y el aceite de girasol se dispararon y dificultaron el acceso a alimentos de alto valor nutritivo y a una dieta saludable. Esta situación afectó de manera particular a América Latina, donde la mayoría de los cereales son importados.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) proporciona un indicador para la medición de la variación de los precios internacionales que incluye cereales, aceites vegetales, lácteos, carne y azúcar, el cual observó un incremento considerable a partir del 2020 en la región.
A pesar del alza de los precios, la demanda de los cereales básicos no tuvo una variación importante. En el informe se señaló que esto pudo deberse a que se priorizó el consumo de cereales sobre otros alimentos de menor valor energético como las frutas y verduras, a pesar de que son más nutritivas. De esta manera, se aseguraba el consumo de alimentos calóricos, sin aumentar el gasto.
Según el informe, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) de los alimentos en América Latina registró el mayor incremento de todas las regiones en el año 2020 y se mantiene por encima de la inflación general, una problemática que arrastra la región desde el año 2012.
De acuerdo con el informe, entre abril de 2021 y abril de 2022 el IPC de los alimentos subió cerca de 15 por ciento en Chile, 13 por ciento en Brasil y República Dominicana y 11 por ciento en Costa Rica, México y Uruguay.
México es el país de la región en el que los grupos de población con los ingresos más bajos invierte más porcentaje de sus ingresos en alimentos. El quintil con el ingreso más bajo en territorio mexicano gastó un promedio de 49.4 por ciento de su presupuesto en alimentos entre el 2013 y el 2020.
En 2020, en América Latina el promedio en dólares (dls) del costo de una dieta saludable por persona y por día fue de 3.89 dls [66.85 pesos mexicanos], una cifra por encima del promedio mundial que se situó en 3.54 dls [60.84 pesos mexicanos]. En México, el promedio de este costo fue de 3.29 dls [56.54 pesos mexicanos].
Los principales alimentos que contribuyen a la dieta saludable en la región son los de origen animal y las verduras; en menor medida frutas, semillas, aceites y alimentos amiláceos. Las personas con ingresos más bajos invirtieron en el 2017 el 40 por ciento de sus ingresos en alimentos de origen animal y el 22 por ciento en verduras; en tanto que las frutas fueron el grupo de mayor dificultad de acceso, con una inversión del gasto promedio del 10 por ciento, menos de la mitad del promedio de gasto en vegetales.
En el estudio se estimó que durante el 2020, el 26.31 por ciento de la población en México no tuvo acceso a una dieta saludable, una cifra por encima del promedio regional que se situó en 22.5 por ciento. En ese año, el país más afectado fue Haití, donde el 85.86 por ciento de la población no pudo acceder a alimentos básicos. En Centroamérica, Honduras fue el país más afectado, donde el 51.26 por ciento no tuvo acceso a una dieta saludable.