En julio del 2013, la indignación y el hartazgo por el racismo inundaba las calles de Estados Unidos. La consigna “black lives matter” [las vidas negras importan] acompañó desde entonces a un movimiento social que se perfila como uno de los más trascendentes de la década.
En ese mismo año, un ensayo del filósofo Achille Mbembe revolvía todavía más las conciencias en torno a la reivindicación de los cuerpos negros que a esas alturas ya llevaba más de un siglo en ebullición desde la abolición de la esclavitud en el siglo XIX. El título «Crítica de la razón negra», es en sí mismo una contranarrativa al evocar de manera directa a los tratados de Kant, en particular aquellos sobre el juicio de lo bello y lo sublime.
Casi al finalizar el ensayo, Mbembe explota esta idea con mayor claridad. El colonialismo supuso nuevas interrogaciones sobre la interpretación de los africanos como cuerpos negros en diferentes dimensiones, ya fuera como instrumentos de un sistema económico de alteridad, o desde la estética como lo que Mbembe denominó el signo africano.
La explicación de por qué se les asumió como lo ajeno o lo alterno, está vinculado a las corrientes filosóficas que brillaron durante el periodo expansionista, una de ellas, la corriente metafísica de la filosofía que define a lo humano por la posesión de la lengua y la razón.
Cuando el europeo del siglo XIX se preguntaba si los africanos podían autogobernarse, si debajo de sus diferencias estéticas con lo europeo había un ser humano en la misma categoría que ellos, la primera respuesta fue situar al africano en un contexto de diferencia, el signo africano tenía algo que lo separaba: sus formas y sus colores, y que al ser diferentes no podían ser catalogados como rasgos de la razón ni de la belleza.
Con la abolición de la esclavitud hubo una segunda explicación para la no-similitud de lo negro, ahora ya no se le consideraba como un signo vacío, sino como un signo que tenía que ser completado con algo, se trató entonces de «enmendar» a la cultura africana.
En este proceso se les obligó a participar en un orden jerarquizado donde la desigualdad fue naturalizada y justificada desde la diferencia. Con esta jerarquización se buscó eliminar la pluralidad e imponer cánones.
Un tercer momento llegó con la implementación de una política de asimilación, en donde para ser integrado el «diferente» tuvo que volverse «igual», un proceso de educación que sería condicionante para ser reconocido como un semejante.
«Crítica de la razón negra» propone un análisis desde una perspectiva histórica y subjetivista en donde el discurso discriminatorio y supremacista con el que se interpreta desde occidente a África y lo que es ser africano ha sido deconstruido en diferentes momentos históricos. En este sentido el texto hace énfasis en la continuidad entre lo colonial, la esclavitud y la globalización neoliberal.
Mbembe se remonta a los orígenes, al momento en que fue inventada esa “raza negra” para depositar en ella todo lo negativo e introducirla en un sistema extractivista que tejió las redes del imperialismo y continúa en la misma línea en el modelo económico global.
Este ensayo fue el primero de Mbembe en ser traducido al castellano. El libro, publicado por la editorial Ned Ediciones, incluye las condiciones de desigualdad que atraviesan los pueblos indígenas y afrodescendientes en Latinoamérica en un análisis extendido desde la colonia hasta las dinámicas de poder postcolonial de la actualidad. Se trata de una crítica a la globalización económica desde una perspectiva histórica.
A partir de esta crítica, los sujetos atravesados por lógicas de explotación y segregación en el contexto actual son definidas por Mbembe como las nuevas figuras de «lo negro», trabajadores precarizados y migrantes que constituyen en este escenario el “devenir negro del mundo”.
Mbembe analiza desde lo histórico y lo político la vinculación entre las colonias a los campos actuales de refugiados o los asentamientos marginados de poblaciones hacinadas que no son sólo producto del sistema económico, sino que tienen su base en conceptos biopolíticos que surgieron desde el siglo XIX que el filósofo camerunés articula con el análisis de la violencia y sus implicaciones psicológicas durante la colonia analizadas por el pensador Frantz Fanon.
De esta relación entre la biopolítica y la tesis de Fanon, Mbembé concluye que la definición de raza puede ser interpretada desde un proceso que define como “guerra social” que se justifica bajo el concepto de seguridad.
Las tesis de Aimé Césaire y Fanon son retomadas por Mbembe en este libro para describir esa violencia colonial que prolongó el rechazo a la diferencia e impidió la valoración de similitudes entre colonizadores y colonizados.