Entre cabarets: Rafael Inclán, figura del cine de ficheras, intenta descalificar a Claudia Sheinbaum al llamarla «ama de casa»

Entre cabarets: Rafael Inclán, figura del cine de ficheras, intenta descalificar a Claudia Sheinbaum al llamarla «ama de casa»

El actor mexicano Rafael Inclán se refirió a la presidenta Claudia Sheinbaum como «una ama de casa» una frase que se desprende de una fuerte campaña que organiza la oposición en redes sociales para llamar a la primera mandataria #Presirvienta, con el fin de expresar que su gobierno está subordinado a las órdenes del expresidente Andrés Manuel López Obrador. Sin embargo, la frase del actor fue más allá, al vincular en un lapsus o de manera intencional la labor de las amas de casa como una actividad degradante. La lectura del actor no sorprende en el contexto en el que adquirió fama: el cine de ficheras, que ridiculizó y sexualizó a las mujeres. 

El actor mexicano Rafael Inclán generó polémica tras referirse a la presidenta Claudia Sheinbaum como «una ama de casa» en tono despectivo. Esta declaración se suma a una tendencia creciente en redes sociales por parte de grupos opositores a la Cuarta Transformación, que buscan desacreditar a Sheinbaum a través de insultos sexistas. Bajo el hashtag #Presirvienta, se le retrata como una figura subordinada a su predecesor, Andrés Manuel López Obrador.

Sin embargo, las palabras de Inclán van más allá de una crítica política: se enmarcan en un discurso machista que refuerza roles de género despectivos, vinculando las labores domésticas a la inferioridad de las mujeres. Pero, ¿de dónde proviene esta visión? Una mirada al pasado revela que la carrera cinematográfica de Inclán fue un reflejo de este tipo de estereotipos, especialmente en el cine de ficheras, un género que explotó la imagen de la mujer en un contexto social y político donde la censura y el conservadurismo prevalecían.

Desarrollo: El cine de ficheras y la explotación de la imagen femenina

Durante las décadas de 1970 y 1980, el cine de ficheras se consolidó como uno de los géneros más populares en México. Estas películas, de bajo presupuesto, estaban ambientadas principalmente en cabarets y centros nocturnos, donde las mujeres —conocidas como «ficheras»— entretenían a hombres bailando o bebiendo a cambio de una comisión. El género se basaba en la comedia, pero su verdadero atractivo residía en la representación sexualizada de las mujeres, quienes eran retratadas como objetos de deseo para el público masculino.

El éxito del cine de ficheras no puede entenderse sin considerar el contexto político y social de la época. Bajo los gobiernos del Partido Revolucionario Institucional (PRI), especialmente en los años 70, México vivió una fuerte censura que limitaba la libertad de expresión y restringía el tratamiento abierto de temas como la sexualidad en los medios. En este ambiente de represión, el cine de ficheras sirvió como una válvula de escape para el público, permitiendo que las fantasías sexuales y el morbo se representaran de manera implícita en la pantalla grande. Aunque disfrazado de comedia y humor, el cine de ficheras exploraba temas que de otro modo hubieran sido censurados, pero siempre desde una perspectiva machista y conservadora.

Cine de ficheras. Foto: especial.

Películas como Bellas de Noche (1975) y Noches de Cabaret (1978), donde Rafael Inclán tuvo papeles prominentes, se convirtieron en íconos del género. Estas producciones ofrecían tramas simples, pero su atractivo principal radicaba en el desfile constante de mujeres escasamente vestidas, que eran presentadas como objetos sexuales listos para satisfacer las fantasías machistas. En este sentido, el cine de ficheras no solo capitalizó el morbo de una sociedad reprimida, sino que también contribuyó a perpetuar estereotipos degradantes hacia las mujeres.

Ridiculización y cosificación de la mujer

El cine de ficheras normalizó y trivializó el acoso y la violencia de género, presentándolos como parte del humor. Las mujeres eran ridiculizadas o humilladas en escenas que buscaban arrancar risas del público a costa de su dignidad, y sus personajes rara vez tenían profundidad o agencia. Actrices como Sasha Montenegro, Lyn May y Olga Breeskin alcanzaron fama en estos roles, pero sus carreras quedaron marcadas por los estigmas asociados a la participación en este tipo de cine.

El cine de ficheras reflejaba una sociedad conservadora que aún no estaba preparada para aceptar a la mujer como protagonista de la esfera política y el poder. Los personajes femeninos eran valorados principalmente por su atractivo físico y su capacidad de seducir, mientras que la idea de que una mujer pudiera ser una profesional o líder política era ridiculizada y minimizada. De esta manera, las películas de ficheras reforzaban la idea de que el valor de las mujeres radicaba únicamente en su apariencia y sexualidad.

Cine de ficheras mexicano. Foto: especial.

Una salida a la represión conservadora

En medio de la censura de los gobiernos priístas, el cine de ficheras sirvió como un escape controlado para una sociedad que vivía bajo estrictos límites morales. Las películas permitían explorar temas sexuales en un contexto donde hablar abiertamente de sexo era tabú, pero lo hacían desde una óptica machista. Las mujeres, aunque representaban el centro de las fantasías sexuales del público, carecían de poder en las historias y en la realidad del cine mexicano.

Ficheras y política: el vínculo con el poder

El fenómeno del cine de ficheras no solo dejó una marca en la cultura popular, sino también en la política. Varias de las actrices que alcanzaron notoriedad en este género se involucraron posteriormente con figuras políticas o en el ámbito político mismo. Sasha Montenegro, famosa por su participación en películas de ficheras, fue esposa del expresidente José López Portillo, mientras que Carmen Salinas, otra figura del cine popular, llegó a ser diputada por el PRI.

Sasha Montenegro y el expresidente José López Portillo. Foto: Especial.

El ocaso del cine de ficheras y la crítica al machismo

Con el tiempo, el cine de ficheras perdió relevancia en la industria cinematográfica mexicana. Los cambios sociales, la apertura cultural y las nuevas corrientes cinematográficas provocaron su declive, y la sexualización de las mujeres dejó de ser tan aceptada como fuente de entretenimiento. Sin embargo, el legado del género sigue siendo visible en la manera en que las mujeres continúan siendo sexualizadas en otros medios, y en cómo se les percibe en la política y la vida pública.

El comentario de Rafael Inclán sobre Claudia Sheinbaum y la forma en que se ha utilizado el hashtag #Presirvienta para descalificar a la presidenta revelan que, a pesar del declive del cine de ficheras, las ideas machistas que este género promovió aún perduran en la cultura mexicana. Las mujeres siguen siendo juzgadas no por sus capacidades o logros, sino por los estereotipos que el machismo les impone.

Al ser cuestionada sobre este incidente, la presidenta Claudia Sheinbaum respondió que las palabras de Inclán son parte de la cultura machista que busca desterrar del país. También reconoció el trabajo de las mujeres que se dedican a labores domésticas. 

«Esta idea de que las mujeres no tenemos capacidad y que siempre tiene que haber un hombre atrás diciéndonos qué es lo que tenemos que hacer, pues es parte de una cultura machista. Y es algo que, así como vamos a seguir hablando de la discriminación por situación social, por color de la piel, también vamos a seguir hablando del machismo, porque eso se tiene que desterrar en nuestro país. Todos somos iguales ante la ley y, además, ahora queremos que se reconozca la igualdad sustantiva en la Constitución.

«Pero lo que a mí me parece más lamentable es que se utilice la palabra ‘ama de casa’ como algo peyorativo. No, yo soy presidenta, abuela, mamá y ama de casa, y con orgullo. Todas las amas de casa, es decir, las mujeres, esposas que se dedican al hogar, merecen absolutamente todo nuestro reconocimiento», respondió la presidenta.

 

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