La inteligencia artificial (IA) avanza a un ritmo vertiginoso y está reconfigurando las oportunidades y desigualdades en todo el mundo. El nuevo Informe sobre Desarrollo Humano 2025 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) advierte que, más allá de los riesgos, el verdadero desafío está en decidir cómo usar esta tecnología para ampliar las libertades humanas y reducir las brechas de desarrollo.
El Informe sobre Desarrollo Humano 2025 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) lanza una advertencia contundente: el avance acelerado de la inteligencia artificial (IA) está reconfigurando las oportunidades y riesgos para las sociedades en todo el mundo, y sus efectos sobre el desarrollo humano dependerán de las decisiones que se tomen hoy.
Titulado Un llamado a decidir: personas y posibilidades en la era de inteligencia artificial, el informe sostiene que las brechas de desarrollo se están ampliando, y el progreso global podría estar perdiendo fuerza. Mientras algunos países avanzan hacia altos niveles de bienestar, otros ven cómo sus índices de desarrollo humano (IDH) se estancan o retroceden. Después de la pandemia, recobrar el ritmo de desarrollo a los niveles previos al 2020 no ha sido posible en ninguna región del mundo, y algunas experimentaron mayores caídas como es el caso de Amárica Latina, según indicó el informe.
Según el PNUD, más allá de los temores sobre los riesgos de la IA, es fundamental centrarse en su capacidad para ampliar las libertades humanas. La IA debe concebirse como una herramienta que complemente las capacidades de las personas, en lugar de sustituirlas. Para ello, el organismo propone tres ejes de acción: construir una economía basada en la complementariedad, impulsar la innovación con intención e invertir en capacidades humanas.
El informe revela que, en todos los países analizados, dos de cada tres personas esperan utilizar aplicaciones de IA en sectores como educación, salud y trabajo en los próximos 12 meses. No obstante, advierte que el acceso desigual a estas tecnologías y las asimetrías en su desarrollo amenazan con consolidar nuevas formas de exclusión.
Además, el PNUD subraya que la automatización podría desplazar empleos sin necesariamente generar mejoras en la productividad, especialmente si se opta por una “IA mediocre” centrada en sustituir tareas humanas. Por el contrario, fomentar la colaboración entre humanos y máquinas permitiría diseñar nuevos mercados y ocupaciones que favorezcan el empleo digno y la diversificación económica.
El informe también destaca los riesgos psicosociales asociados con la digitalización. La salud mental de las personas jóvenes en países con alto IDH ha disminuido significativamente en la última década, un fenómeno que el PNUD relaciona con la difusión masiva de teléfonos inteligentes y tecnologías digitales.
Finalmente, el documento exhorta a que la innovación tecnológica no quede en manos de unas pocas empresas y países. El reto, concluye, es democratizar tanto la producción de IA como su uso ético y responsable, para que todas las personas puedan participar en sus beneficios y decidir sobre su impacto en sus vidas.
