Juan Moreno contra el fraude: el periodista que desenmascaró a Claas Relotius cuando nadie quiso escucharlo

Juan Moreno contra el fraude: el periodista que desenmascaró a Claas Relotius cuando nadie quiso escucharlo

Durante años, Claas Relotius fue un prodigio del periodismo alemán: premiado, admirado y protegido. Pero detrás de sus reportajes impecables se escondía una maquinaria de mentiras que nadie quiso ver. Nadie, excepto Juan Moreno, un periodista freelance e hijo de inmigrantes españoles, que enfrentó solo al prestigio, la incredulidad y el silencio institucional para destapar uno de los mayores fraudes de la prensa contemporánea.

En diciembre de 2018, Der Spiegel, la revista más influyente del periodismo alemán, admitió públicamente que uno de sus redactores estrella, Claas Relotius, había fabricado buena parte de sus reportajes. Pero esa revelación no fue el resultado de un control interno eficiente ni de una confesión voluntaria. Fue el desenlace de una investigación independiente realizada por el periodista freelance Juan Moreno, quien luchó durante semanas contra el silencio institucional, la idolatría hacia su colega y el riesgo de perder su trabajo.

Según documentó la BBC, fue Moreno quien desde el inicio dudó de los textos de Relotius y quien, enfrentando la incredulidad de sus jefes, reunió evidencia irrefutable. Su persistencia salvó la credibilidad del medio y destapó uno de los mayores fraudes del periodismo contemporáneo.

Un outsider con dudas

Juan Moreno, hijo de inmigrantes andaluces que emigraron a Alemania cuando él tenía apenas un año y medio, trabajaba como autónomo para Der Spiegel. En 2018, fue asignado junto a Relotius a una historia sobre la frontera entre Estados Unidos y México. La pieza, titulada “Jaegers Grenze”, presentaba por un lado a una madre hondureña y por el otro a un grupo de milicianos civiles en Arizona con nombres como Jaeger, Ghost y Spartan.

Al momento de integrar ambos relatos, Moreno notó incongruencias. Detalles que no encajaban, escenas excesivamente perfectas y una versión final con elementos inverosímiles, como un disparo contra un migrante en presencia del reportero. Al indagar más, Moreno descubrió que los nombres usados por Relotius provenían de otros reportajes publicados en revistas estadounidenses como Mother Jones y The New York Times.

Intentó advertir a la redacción, pero nadie le creyó. Era un periodista externo, enfrentado al “Nadal del periodismo”, como lo describió un colega. Relotius había ganado múltiples premios y estaba a punto de convertirse en jefe de sección. Las dudas de Moreno fueron vistas como envidia o sabotaje. Incluso le advirtieron que “esto tendría consecuencias”.

Una investigación por cuenta propia

Sin apoyo institucional, Moreno decidió actuar. Durante un viaje profesional a Estados Unidos, viajó a Arizona para buscar a los supuestos protagonistas del reportaje. Ahí descubrió que Jaeger en realidad se llamaba Chris Maloof, y que jamás había visto a Claas Relotius. Lo mismo ocurrió con “Nailer”, cuyo verdadero nombre es Tim Foley, quien también negó haber hablado con el reportero.

Moreno grabó los testimonios en video y volvió a Hamburgo. Cuando los mostró, Relotius alegó que nadie admitiría actividades ilegales en cámara. Aun así, Moreno continuó desmontando otras piezas. Descubrió que la entrevista con los padres de Colin Kaepernick nunca existió, que el retrato de la ciudad de Fergus Falls era falso, y que incluso el reportaje con el que Relotius ganó su primer premio —una supuesta visita a una cárcel de máxima seguridad en EE.UU.— era inventado.

El fraude era demasiado evidente

El punto de quiebre llegó cuando Moreno pidió a sus superiores que verificaran el correo electrónico presentado por Relotius como prueba de su contacto con Foley. Ese mensaje había sido manipulado. También sugirió contactar al abogado de Kaepernick, quien negó cualquier entrevista. Solo entonces, el equipo directivo de Der Spiegel aceptó que estaban ante un caso de fraude masivo.

Una entrevista posterior, concedida en 2020 a la revista suiza Reportagen, reveló que su visión del periodismo había sido distorsionada desde el inicio. “Escribir sin freno tenía una función egoísta para mí”, afirmó, describiendo episodios de pérdida de la realidad y trastornos psicóticos.

El periodismo que resistió

Al final, se confirmó que al menos 60 reportajes de Relotius contenían información fabricada. Muchos habían sido premiados, algunos fueron portadas, y todos pasaron por los filtros de edición y verificación de uno de los medios más exigentes del mundo. La dirección de Der Spiegel encargó una investigación independiente, que concluyó que no había complicidad interna, pero sí una cultura de idolatría, credulidad y falta de reacción ante las alertas.

“El caso se trató como una disputa entre un freelance y un prodigio”, señaló el informe final. “No se tomaron las medidas mínimas para comprobar la veracidad de los hechos”.

Hoy, Juan Moreno sigue trabajando como freelance. Su libro Tausend Zeilen Lüge” (“Mil líneas de mentiras: El sistema Relotius y el periodismo alemán”) inspiró una película del mismo nombre. Aunque se le reconoce como símbolo de integridad periodística, él rechaza esa etiqueta: “Todo el mundo necesita un personaje que sea el símbolo del periodismo limpio, pero yo no quiero ser esa persona, porque no lo soy. Soy un periodista normal y corriente como todos los demás, cometo errores como todos los demás. Eso sí, no invento».

Con información de BBC.

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